Algunas veces uno tiene la suerte de que caiga en sus fauces una serie o película que en su momento escapó, en mi caso por recomendación de otra persona a la que desde aquí agradezco el hecho (ahora me toca a mí corresponder al karma dando desde aquí mayor difusión); he tenido ahora oportunidad de ver esta serie de 8 capítulos de apenas media hora pero digestión menos sencillita de lo que aparenta en su formato, que se mete en los entresijos de una cocina de un local de venta de bocadillos del que tiene por circunstancias dramáticas que hacerse cargo un chef reputado que viene directo de la alta cocina. Cortesía y manufactura de FX, y distribuido por Disney+…
Para entender esta propuesta hay que tener en cuenta que se trata de una serie más dramática que cómica, con interrelaciones familiares y profesionales, que explora el lado humano de personas que se encuentran al límite, y que está ambientado en una época post pandémica, tras unos años en los que un negocio de este tipo las ha pasado canutas para subsistir. Precisamente esa atmósfera estresante y límite que ofrece el escenario, el tempo del relato e incluso el montaje, es a la vez tan contagiosa (para bien y para mal), como seña de identidad de la obra. Además, la producción cuenta con un reparto, encabezado por el aplaudido Jeremy Allen como protagonista, que se muestra poderoso en sus trabajos interpretativos de personas normales y corrientes, con sus imperfecciones y vulnerabilidades.
Para comprender también la circunstancia de que en un local de lo más normalito especializado en bocadillos haya semejante plantilla y demanda, incluso turno de noche, y cale la cocina de vanguardia y el cuidado del detalle, hay que comenzar comprendiendo que este tipo de locales, modesto pero reputados, no suelen estilarse por estos lares europeos, y son parte de la subcultura más made in USA. Locales de este pelaje en grandes urbes como Chicago, que es la de la serie en cuestión, se ganan una fama que marcan la diferencia con respecto a la competencia. A él acuden cientos, miles de ciudadanos que buscan su plato favorito y un rato de tranquilidad, descanso e incluso anonimato en caso de las celebrities, que también se acercan, por qué no, al placer culpable de comer lo que consideran el mejor perrito, sándwich o bocado de la ciudad. Un lugar como este en una ciudad que nunca duerme da para muchas historias anónimas y, en este caso para verle las tripas a la cocina y lo que la circunda con sumo interés centrado en unos personajes bien trazados.
The bear, casi me sale más decirlo en su inglés original que en español, es una pequeñita gran serie que hay que ver a fuego lento, como las buenas cocciones, sin que se haga bola del atracón, quizá a pequeñas dosis como las especias, y que seguramente dejará muy buen sabor de boca.
JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]