En España somos muy de salir, salvo hecatombe, el día después de unas elecciones a jactarnos de los buenos resultados, hayan sido estos realmente buenos o por el contrario lo que se intenta es autoproclamarse victorioso, como si la gente fuese idiota del todo. Se ha hecho desde tiempo inmemorial por todos, lo que me hace pensar que igual no nos toman por tontos en realidad, sino que, a lo peor, lo somos, y en el mejor de los casos lo son ellos. La política no es más que una representación, más o menos realista, de la sociedad en la que está instalada, y este reflejo se puede observar en otros comportamientos o pautas, pero no dejan de ser las mismas maneras de comportarse o de dirigirse a la masa. Así las cosas, todos los años sin faltar uno sólo somos bombardeados con trailers comerciales de producciones que vienen avaladas con el sobrenombre de ser “la comedia del verano” (Santiago Segura sabe bien de esto), y resulta más que sospechoso que según el anuncio que te endilguen sea una u otra producción, la susodicha “comedia del verano”, según lo diga una u otra productora. ¿Quién dice la verdad? Cuestión de gustos y de perspectiva (o de capacidad para influir en el potencial espectador que se lo crea…).
Así las cosas, porque yo lo valgo, me salto las doctrinas de las productoras de cine que venden su intento de copar la taquilla para asegurar que la comedia del verano la tenemos en televisión, se llama Poquita fe, y no me reporta beneficio alguno el hecho de asegurarlo. Se trata de un producto original de Movistar+, de los creadores de la mítica Camera Café, que conserva ese espíritu fresco y divertido con montaje desternillante, sin tener nada que ver los argumentos de ambas.
Un reparto coral de especialistas en comedia, en el que destaca Raúl Cimas, despliegan gags desternillantes basados en unos diálogos tremendamente agudos y una forma de dirigirse a cámara y al espectador, que supone el factor diferencial de este estilo narrativo. Otro elemento a destacar del formato es que los 12 capítulos de la miniserie, uno por cada mes del año, apenas superan los 15 minutos de duración. Nadie podrá decir que se hace cuesta arriba el consumo…
En lo que se refiere a su argumento, la serie cuenta las desventuras de una pareja anodina y de felicidad no del todo plena, muy particular y rodeada por unos familiares y amigos o compañeros de trabajo más particulares todavía. El exceso en clave de comedia que viene a ser una imagen hiperbólica refractada pero reconocible de la sociedad. Ya saben, aquello de que la realidad supera la ficción, o casi…
Hacía de verdad mucho tiempo que no asistía a un relato basado en la monotonía creado con la suficiente destreza como para ser tan divertido y adictivo. Volarán en un visto y no visto los 12 capítulos, cuyo final supone el único punto gris y anodino, y además de ver “la comedia del verano”, tendrán ustedes tiempo para dedicarse a cualquier otra actividad veraniega que les ronde por la cabeza. Todo son ventajas…
JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]