viernes. 19.04.2024

La exhibición del fascismo

Es un día normal, en que la mayoría de los ciudadanos del país están a sus cosas. Sin embargo, hay un punto caliente, un lugar en el que todas las miradas se detienen y alrededor del cual se contiene toda respiración. Los fascistas salen a la calle.

 

Ataviados con sus banderas, apropiándose del concepto de patria y excluyendo voluntariamente a quienes han nacido en esas tierras pero no piensan como ellos, hacen alarde de fuerza y dominio. Saben que el terreno lo tienen conquistado; a veces por convencimiento, pero en muchas ocasiones por el miedo que generan. La única rebelión posible contra los patriotas ha de ser bajar la persiana o huir. O callar y desahogarse en privado. O arriesgar su vida y verse como señalados por parte del régimen.

 

A la hora señalada marchan, con orden, hacia la enésima manifestación de exhibición fascista. Consignas contra Francia, contra los traidores, contra los divergentes. Consignas más o menos ingeniosas, pero con un lazo común: la exaltación de lo propio y el desprecio al resto. Esos que conspiran en las sombras para que la patria no alcance nunca las cotas de esplendor que deslumbren a toda la humanidad y que sin duda se merece. ¿Y los muertos?. Los hubo de los otros, también de los nuestros. Los primeros se lo merecían, los segundos son héroes. Sin ningún género de dudas.

 

Saben que recibirán críticas, pero les da igual. Los que las pronuncien bien merecerían la sepultura. La razón les asiste porque ellos son los buenos patriotas, el muro de contención contra los que quieren mancillar la imagen de un pueblo elegido por Dios aunque el resto de la humanidad lo niegue.

 

Se organizan perfectamente; de personas de orden y principios como ellos no se puede esperar lo contrario. En filas, con banderas, bengalas para honrar a los caídos. No habrá incidentes; todo lo más, algún compatriota algo exaltado dirá algo malsonante. Es tanta la opresión, tanto el sufrimiento al que los poderes fácticos someten al pueblo elegido y a sus patriotas destacados, que hasta se puede perdonar.

 

Y, de repente, el extasis. Las mujeres lloran, los hombres se abrazan, los niños aplauden, las banderas vuelan con fuerza y brillo para dejar una estela inigualable de colores en el cielo. Tras 29 años de prisión por varios asesinatos José Javier Zabaleta Elosegui "Baldo" ha llegado, por fin,  a Hernani.

La exhibición del fascismo