lunes. 29.04.2024

Corazones de piedra

Todos los días, nos levantamos con desgarradoras noticias sobre desapariciones y cadáveres en nuestras costas, de personas migrantes, que salen buscando un destino mejor, pero lamentablemente, jamás llegan.

Las circunstancias, la precariedad y muchas otras razones, les empujan a soñar con una vida mejor y, hacen que se “tiren” al mar y se jueguen la vida.

A pesar de ver, lo que ocurre continuamente, en nuestra ciudad, es aterrador comprobar cómo, lejos de indignarnos y alarmarnos con los continuos fallecimientos, de los que somos testigos en primera persona; la situación se ha normalizado e incluso, hay, quienes aprovechan la tragedia para sacar su odio a pasear, al ver aparecer los cuerpos sin vida de jóvenes migrantes en “incluso”, las playas céntricas.

 ¡Qué triste!, tan sólo buscaban oportunidades y derechos, no creo que quisieran morir en una playa u otra o desaparecer en el mar por siempre. Disculpen si les ofendieron. Deberían, mientras sufren la agonía de vivir o morir, pensar en cuál “aparecer”. Como si tuvieran que elegir centro o periferia. Deleznable que haya quien piense que una vida vale más que otra y que una persona migrante no es persona. ¿A qué nivel de insolidaridad y repulsa hemos llegado?.

También, es auténticamente, terrorífico, que ninguna autoridad pública (ni local ni estatal) actúe para remediar este drama social.

Ceuta, debería ser ejemplo de medidas, avances y soluciones. Sin embargo, hemos llegado a un punto en el que la tragedia se ha aceptado por nuestros responsables y autoridades. Se ha creado un manto de apatía con niveles de desidia e insensibilidad, escalofriantes.

Si recurrimos a la realidad y a datos totalmente objetivos, como que somos ciudad fronteriza o de paso y, que lamentablemente, están pereciendo o desapareciendo en nuestros mares miles de personas, nos damos cuenta de que la aceptación a estas tragedias por parte de nuestros supuestos responsables, es terriblemente preocupante.

Todo este drama de pérdidas, no hace más que hacernos fallar como sociedad y como Estado de bienestar cuando vemos que importa más una escenografía pública, que el actuar para evitar que miles de personas pierdan la vida o desaparezcan intentando dejar atrás situaciones que ninguno quisiera sufrir: "nadie se tira al mar a menos que sea más seguro que la tierra".

Quienes somos agentes sociales, sabemos que tristemente a veces o mayoritariamente, la palabra técnica, es decir especializada, queda relegada a la palabra política, por lo que sólo podemos esperar a que tomen consciencia de lo que implica la labor de representación pública, más allá de la voluntad política y desear que sean conscientes de que el drama social es insostenible.

Corazones de piedra