Hace 14 años, el Gobierno de la Ciudad anunciaba con gran entusiasmo: “Santa Catalina será un parque de 80.000 metros cuadrados en un año”. Sin embargo, este proyecto se ha convertido en un pozo sin fondo de dinero público y, a día de hoy, y después de más de 14 millones de euros sigue siendo un erial.
La obra comenzó un año antes con el sellado del vertedero de Santa Catalina, que había empezado a recibir residuos en la década de los 30 del siglo pasado y alcanzó su punto culminante de degradación ambiental en 1975. Aunque se solucionó este problema crónico, surgió otro: la transformación del vertedero en un parque, un proceso plagado de desastres.
El proyecto inicial tenía un presupuesto de 10 millones de euros. La primera fase, con un coste de 7,8 millones de euros, se destinó a eliminar el vertedero, rebajar su cota y trasladar los residuos no inertes. Sin embargo, el proyecto fracasó. Los 60.000 metros cuadrados que el Gobierno prometió en 2011 como "la mayor zona verde" de Ceuta se convirtieron en un páramo en 2017, no solo por el viento que azota la zona. Un informe solicitado a Tragsa concluyó que el principal problema fue la escasa y mala calidad de la tierra utilizada en la última fase del sellado del vertedero.
El Gobierno de Vivas pidió a Tragsa un presupuesto para añadir el manto de tierra necesario para sembrar o colocar especies vegetales viables. La Ciudad Autónoma ya había gastado 300.000 euros en plantas para repoblar la zona, incluyendo olivos a mil euros por tronco, que no lograron arraigar.
Entre idas y venidas y sin movimientos, en 2020, antes del inicio de la pandemia, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, bajo la dirección técnica de la empresa Obimace, licitó 87.606 euros para la restauración y estabilización de los taludes afectados por desprendimientos en la zona este del Parque de Santa Catalina. Estos taludes, muy expuestos al mar, viento y lluvia, se fueron derrumbando, llegando a mostrar la lámina impermeabilizante del sellado en algunos puntos. Se proyectó una doble actuación: la construcción de un muro de gaviones de dos metros de altura y la estabilización de taludes mediante una berma con inclinación variable según la zona, pero el proyecto quedó paralizado por la COVID-19.
En 2022, se anunció que las obras del parque finalizarían en noviembre. Ya se han realizado las intervenciones más importantes, como la consolidación de los taludes de contención, el drenaje del terreno y la instalación del sistema de riego soterrado, trabajos previos a la siembra de especies vegetales, que se llevará a cabo tras el verano. Sin embargo, con 4 millones de euros más invertidos, la obra aún no está cerca de finalizar.
En teoría, 22.400 kilos de enmienda orgánica, 724 kilos de bioestimulante y 96 kilos de bioestimulante rápido deberían ser suficientes para que Santa Catalina deje de ser “un secarral”, como lo definió Juan Sergio Redondo, y se convierta en el vergel prometido en 2011.
Por cierto, no se ha vuelto a saber nada sobre la rehabilitación de la Batería de Santa Catalina, un patrimonio histórico. Aunque la rehabilitación del garitón, con un presupuesto de 44.628 euros, que incluyó la restitución volumétrica de este Bien de Interés Cultural, el tratamiento de arcos y muros y la estabilización de la bóveda de cubrición, está a punto de concluir.
El Parque de Santa Catalina se ha convertido en un pozo sin fondo que ha devorado más de 14 millones de euros en 14 años.