Este fin de semana es el último de octubre y, por tanto, corresponde cambio de hora. Desde las 03.00 horas de la madrugada, todos los relojes deberán atrasarse hasta las 02.00, medida que aunque nos parezca de tiempo inmemorial, viene aplicándose desde hace casi medio siglo.
Fue en una circunstancia parecida a la que vivimos. La crisis petrolífera de 1974 disparó los precios de la energía considerablemente, por lo que se tomó la decisión de atrasar una hora los relojes de cara al invierno y adelantarlos en marzo con vistas a la primavera y verano. El objetivo: aprovechar más la luz solar.
Se hace, siempre, en sábado ya que al ser el domingo día no laborable para la mayoría de las personas, los trastornos son menores que si se hacen en jornada laboral.
Y un guiño al pasado: hasta hace apenas una década, alguien en la casa tenía que estar cambiando relojes de pulsera, despertadores, etc. La tecnología ha llegado a nuestras vidas hasta el punto de que usamos el teléfono móvil para mirar la hora y despertarnos; estos aparatos suelen tener programado el cambio de hora de modo automático. Pero si usted es de los "románticos" que aun usa despertador, recuerde: a las tres, serán las dos.
