Si mencionamos el apellido Marichalar como uno de los trascendentales en la historia de España, la mayoría pensará en Jaime, ex marido de Elena de Borbón. Pero nos referimos a su abuelo, Luis, vizconde de Eza y al que la historia situó en el desagradable papel de ser el ministro de la Guerra cuando ocurrió un hecho traumático, al punto de que no pocos historiadores lo señalan como el acontecimiento trascendental en el pasado siglo. Del desastre emerge entre la ciudadanía un profundo deseo de cambio y desafección que desemboca en la II República. De ahí, a la Guerra Civil. El resto, lo sabemos -o deberiamos- de corrillo.
A ninguno nos gustaría estar en el papel del bisabuelo del ínclito Froilán. A poco que uno haga un ejercicio de yuxtaposición con el personaje, llega a la conclusión de que desde el punto de vista humano, debió ser muy duro recibir determinadas noticias. Noticias que llegaban desde el frente africano, desde luego no muy favorables a los intereses de España. Y cartas ...
Cartas como las que recopila Carmen Marchante. Cartas dirigidas a Luis de Marichalar pidiendo información sobre la suerte que corrieron sus hijos en el Desastre.
"He llorado mucho escribiendo este libro", confiesa su autora, Carmen Marchante. "Hay que tomar distancia, lógicamente, pero es cierto que te dibujan un panorama de cómo era la sociedad española de la época".
Una sociedad "de mujeres en muchos casos analfabetas, que hacían un gran esfuerzo, pero con un enorme sentido de su papel y de la dignidad".
Nada hay más pacifista que una película de guerra, se dice. "En efecto: este es un libro para la paz. Las guerras son esto, conviene tenerlo en cuenta, y sobre todo en estos tiempos ", señala.
Annual no fue solo una humillante derrota bélica, sino un trauma colectivo. Salvando las distancias ¿Una conmoción en el pasado siglo similar a la del 11 M? "Puede ser, pero hay que tener presente que todas las grandes naciones han sufrido una derrota así en sus contiendas", matiza la autora de esta recopilación de cartas escritas entre agosto y octubre de 1921, que reposaban en algún legajo en el archivo militar y que ahora ven la luz por primera vez gracias al trabajo de Marchante y a la edición del Archivo General de Ceuta y el Instituto de Estudios Ceutíes.
