Vengo yo a ser el ejemplo del Perogrullo si les digo que la salud es cosa seria, a buen seguro, aunque con matices, el mayor bien del que disponen las personas. La salud mental es una parte importantísima y muy poco visibilizada de aquello a lo que nos estamos refiriendo, denostada por ser difícil comprobar un mal que nos aqueja de manera potencialmente devastadora y que no suele notarse a simple vista. Pero nunca hay que subestimar el bienestar que proviene del cerebro.
La película que nos atañe explora los peligrosos senderos de lo que denominan locura, basada en la obra maestra de la literatura española Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. En este thriller psicológico se le propone al espectador el dilema de las dos posibles caras de una verdad que deben descubrir acompañando a la protagonista en su viaje tortuoso por las tripas de un sanatorio, centro psiquiátrico o manicomio, todos ellos, calificativos que los personajes de la cinta le atribuyen.
La historia está ambientada en los años setenta, y gira en torno a una investigadora, o eso dice, que se infiltra en dicho lugar para investigar la muerte de uno de los pacientes, sin embargo, conforme van pasando los días, el director, o eso dice, (el siempre eficaz Eduard Fernández, uno de los grandes de la pantalla en España) y sus teorías, hacen dudar de la cordura de la protagonista, que interpreta con una elegancia y estoicismo gélido y meritorio Bárbara Lennie. Precisamente el trabajo de la actriz madrileña, en plena madurez personal y profesional, se antoja el mayor punto a favor de la propuesta de la producción de Oriol Paulo; este director es conocido en los últimos tiempos por dirigir El inocente, una serie española original de Netflix, y protagonizada por Mario Casas, Aura Garrido, Alexandra Jiménez y José Coronado, también de “corte thriller complejo”, y recomendable para los fans del género; se encuentra pues con este tipo de proyectos más que cómodo, aunque la adaptación de una obra tan célebre pueda resultar una responsabilidad extra que en algunos momentos se deja entrever.
Más focalizada en la investigación policial que en las complejidades de la mente o turbadores y febriles delirios que propone la obra original contemplada en el libro, apuesta por hacer cómplice del viaje a un espectador que no podrá evitar un mínimo garantizado de curiosidad por descifrar la verdad. Que a fin de cuentas es precisamente el propósito.
El entretenimiento pues, logra imponerse en una obra que podría ser mucho más densa, mucho más profunda también, ese es el coste, mucho menos para todos los paladares, mucho menos disfrutable para la gran pantalla. ¿Quién dice la verdad?, o al menos quién cree decirla. ¿Quién oculta secretos?, en caso de que alguien no lo haga. ¿Quién es el asesino?, si es que lo hay. La intriga está asegurada.
PUNTUACIÓN: 7
JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]