viernes. 26.04.2024

Ha dicho el Santo Padre

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Ha dicho el Santo Padre que le hieren las concertinas. Le entiendo, Santidad, y no sabe cuánto. Usted tenía un trozo de concertina en sus manos, más yo los he visto morir, correr gritando Boza con las carnes abiertas (literalmente) y dirigirse a nuestra cámara para gritarle a sus familiares que lo han conseguido. De veras que le entiendo. Ahora, espero que tambien comprenda usted que por mucho que quisiéramos, los recursos son finitos y no podemos convertir Ceuta y Melilla en dos gigantescos campos de acogida.

 

Ha dicho el Santo Padre que no se puede mirar al futuro con fosas comunes. Es cierto, y como español me avergüenza profundamente. Pero tampoco con un dictador bajo cautela, precisamente, de su Iglesia. Ojo: el Valle, ni tocarlo, salvo para colocar una placa que diga "Nunca más". A Franco, me da absolutamente igual.

 

Ha dicho el Santo Padre que no viene a España porque no hay paz. Por aquí si que no, Santidad. ¿De qué guerra habla usted? ¿Le recuerdo a Su Santidad el asqueroso papel de la Iglesia vasca hasta no hace mucho tiempo, y en concreto la de conmilitones suyos en la Compañia de Jesús como José María Setién o Xabier Arzalluz? ¿Pone paz la Iglesia en el problema de Cataluña o ruega a Dios con una mano mientras emplea la otra para dar con el mazo? ¿Acaso, señor Obispo de Roma, se refiere al cada vez menos soterrado conflicto que mantiene usted con la curia de España? ¿A qué guerra se enfrenta este país, y de ser así, considera usted lícito y moral ocultar un posible enfrentamiento a una nación que tanto ha padecido por ello?

 

 

Yo creía que el Vicario de Cristo,  lejos de ir donde hay paz buscaría llevarla donde, según usted, no la hay. Como hicieron algunos de sus antecesores. Se me ha caído usted a los pies, cardenal Bergoglio. Venga a España o quédese pertrechado por las murallas del Vaticano (esas deben ser de plastilina, por lo visto) o el Castell de Sant Angelo. Sinceramente, me da igual y como miles de españoles, obraré en consecuencia durante la próxima declaración de la Renta. Pero la próxima vez que hable de mi país, no tire la piedra y esconda la mano. Procure hacerlo como el más santo de los hombres y no como el más conspirador de los de su orden. Porque, como acababa la copla que da nombre a este artículo, "creo en ese Cristo tan humilde que murió en un madero, creo en su santa madre y que me perdone el cielo si a usted, yo no le creo".

De conciencia, Santidad..

Ha dicho el Santo Padre