La gente tiene que entender que infligir una Ley no es que no esté permitido, es que eso trae sus consecuencias.
Ni en España se detiene a quienes defienden una idea política, ni en Ceuta se tiene que dar casas a quienes usurpan una propiedad privada.
Quienes defiendan estas posturas y hablan de presos políticos o familias necesitadas que han sido puestas en la calle, están vulnerando claramente el sentido democrático de un Estado donde las libertades no se ponen en duda, mucho menos el poder judicial.
Puede que estemos de acuerdo o no con muchas resoluciones, pero es nuestro deber respetarlas, más si cabe si tenemos aspiraciones de Gobierno.
Esto no quiere decir, como ya me habéis escuchado otras veces, que las personas deban y quieran luchar por sus derechos, pero dentro de la Constitución.
Esto no quiere decir, como me habéis escuchado otras veces, que las personas no deban reivindicar políticas más justas, unas políticas que, evidentemente, no siempre se practican. Pero luchar por una idea no te da potestad para alterar el orden público. Luchar por un techo no te da potestad para ocupar una casa que no es tuya.
Y quizás, el tema de debate sea Cataluña, más bien el chantaje de Puigdemont y de cómo usa éste Cataluña. Quizás, el tema de debate sea si el 155, que había que aplicar, ha sido extremadamente duro o no.
Pero aquí, en Ceuta, hay otro tipo de chantaje.
Y no, no es ético usar a unos niños de escudo en la puerta del Ayuntamiento y hacerlos cómplices de un delito.
En esta ciudad hay gente con cargos en la cárcel por corrupción con el tema de las viviendas, políticos imputados, pero esta condena no es directamente proporcional a la permisividad que debamos tener con los okupas.
En Cataluña hay gente que quiere tener derecho a decidir y a votar en un referéndum pactado, pero esta falta de oportunidad que le brindamos, según ellos, no es directamente proporcional a la aceptación del golpe de Estado que se produzco en el Parlament.
España no es Turquía, como ha dicho Rufián, ni Ceuta una ciudad sin alma.
Entender un motivo no avala su justificación.
Por eso, en esta turbulenta exaltación de populismo y extremismo, la mesura es la base del puente hacia la recuperación.
Una recuperación que pasa por restaurar la legalidad y a partir de ahí, como no puede ser de otra manera, iniciar los trámites donde todos y todas no sintamos partes de un proyecto común, pero un proyecto sin ningún tipo de imposición ni populismo .
Una recuperación que pasa por restaurar la legalidad y a partir de ahí, como no puede ser de otra manera, iniciar los trámites donde todos y todas no sintamos partes de un estado social, donde las necesidades básicas sean debidamente cubiertas.
Cataluña y Ceuta.
Dos problemas distintos dentro de un mismo paradigma, la sensatez de responsabilidad.
Salirse de esa línea es provocar, y tanto allí como aquí hay muchos que ganan con ello.