Meses de tensión, de esfuerzo, de agobios, para un objetivo común: obtener una de las plazas en las distintas especialidades de maestro. Desde primera hora de la mañana, las puertas del Instituto de Enseñanza Secundiaria “Siete Colinas” albergaban a decenas de opositores que compartían abrazos, ese último cigarro o confidencias con otros compañeros y, sin embargo, rivales. Con algunos de ellos, veteranos o recién salidos de la carrera, hemos hablado.
Las sensaciones son comunes, en los minutos previos: muchos nervios e ilusión, tal vez a partes iguales y también cierto alivio porque llegue el momento, el día con el que tantos meses llevan pensando, soñando y conviviendo.
La mayoría admiten que llevan preparando las oposiciones unos nueve meses o un año por término medio. Los hay que son interinos y aspiran, al fin, a consolidar la plaza o gente que acabó la carrera el pasado año y ha decidido probar suerte. Confiesan haberle dedicado prácticamente todo el tiempo posible a preparar estas oposiciones: algunos, a tiempo completo, otros compaginándolo con obligaciones familiares y laborales.
Alea jacta est