La segunda expedición de Cristóbal Colón a América tuvo una de sus paradas en un inmenso lago. A los españoles les llamó la atención la figura de un hombre remando como si fuera en una góndola: cuenta la leyenda que alguien dijo que aquello parecía “una pequeña Venecia, una venezuela”. En aquel lago Maracaibo nació pues el nombre de una nación que hace sólo cuatro décadas fue considerada como una de las más ricas del mundo. Era la época del petróleo, de la primera Presidencia de Carlos Andres Pérez. Venezuela acogía hasta entonces inmigrantes. Tanta fue, por ejemplo, la procedente de España y en especial de Canarias que hubo diarios en el archipiélago que dedicaban una página a cada isla y una octava a Venezuela. Inmigrantes españoles, portugueses pero también a los vecinos de una Colombia devastada por el narcotráfico y la guerra con las FARC. Entre aquellos colombianos que cruzaron la frontera de Cúcuta, la familia Ríos. Una de sus descendientes, residente desde hace once años en Ceuta, cuenta con pena como en menos de tres décadas, su tío vuelve a emigrar al país en que nació.
Venezuela vive, se quiera o no, los momentos más trascendentales de su historia. Al borde de una guerra civil, y se antoja como clave lo que ocurra el próximo sábado. ¿Por qué?.
Ríos cuenta que la situación es verdaderamente dramática: la gente, con un salario promedio de 6 euros tiene que elegir entre medicarse o comer. Por desgracia, ella conoce bien este aspecto: su madre murió mientras esperaba una protesis, para cuya compra se organizaron actos benéficos incluso en Ceuta.
La pregunta que se hace medio mundo. ¿Quien es Juan Guaidó?. ¿Es el autoproclamado -y reconocido por varios países, entre ellos España- presidente venezolano el hombre que necesita ese país? ¿O, sin embargo, puede gozar de popularidad por el simple hecho de que cualquier cosa parezca mejor que Nicolás Maduro.
En Ceuta los venezolanos que Ríos conoce se pueden contar con los dedos de una mano. No así en todo el país: los venezolanos están organizados en grupos, en chats privados para informarse de los acontecimientos entre ellos y también de las necesidades puntuales de familia o amigos en el país caribeño. Misslina lleva once años en Ceuta. Ciudad a la que se siente vinculada para los restos, puesto que aquí nació su hijo, y que admite le ha dado la oportunidad que no hubiera tenido en Venezuela.
Así pues, el conflicto que más atención suscita en los últimos meses también tiene ramificaciones en Ceuta. Por cierto: una de las primeras poblaciones fundadas en aquel lago Maracaibo cuya imagen impresionó a los conquistadores se llama, precisamente, Ceuta de Agua. Caminos de ida y vuelta, pues, de la historia y las personas.
