jueves. 25.04.2024

Muchas historias comienzan por algo pequeño, casi insignificante y a partir de ahí van creciendo hasta alcanzar proporciones gargantuescas. Sin embargo, “lo que ocurre en Irán” no ha comenzado por algo pequeño puesto que la muerte de una joven no puede ser considerado “algo pequeño” y porque su comienzo viene de mucho más atrás, de la crisis económica que condena a los jóvenes de este país a una vida sin futuro y sin opciones. Viene de la imposición de “tradiciones” y “conductas” de forma represiva y cruel, sobre una población joven que está cansada que soportar tanto exigencias arcaicas como una vida sin esperanza.

Sin embargo, por mor de esta narración, diremos que “lo que ocurre en Irán” comenzó con la muerte de Mahsa Amini, una joven kurda de veintidós años, normal y corriente, con toda la vida por delante, que cometió el “gravísimo error” de no llevar “bien puesto” el hiyab durante una visita turística a Teherán, con tan mala fortuna que fue detectada por “la policía de la moral”, el cuerpo a cargo de la implementación pública de las regulaciones del hiyab de Irán.

En teoría, la joven fue retenida para recibir una clase de reeducación, en teoría saldría al cabo de un rato, por lo que su familia la esperaba fuera de la comisaria. En teoría, porque, inexplicablemente, la joven acabó en el hospital con “en teoría” un infarto que le ocasionó la muerte mientras se encontraba bajo custodia policial.

Y a partir de ahí fue creciendo. Los padres de la joven han denunciado a los policías y una multitud de jóvenes iraníes, cada vez más, han salido a la calle a protestar por la injustificada muerte de esta joven, con muchas mujeres desprendiéndose del hiyad y cortándose el pelo en señal de protesta.

Protestas cada vez más multitudinarias que están siendo atajadas violentamente por el Gobierno de Teherán que no ha dudado en emplear la violencia hasta disparar sobre los manifestantes. Ya no solo piden responsabilidades por la muerte de Mahsa, sino acabar con la obligatoriedad del velo y el fin de otras leyes que recortan los derechos fundamentales, especialmente de las mujeres, pero también de muchas otras personas.

Estas protestas están teniendo eco a nivel mundial, con concentraciones, muestras de apoyo y protestas en diferentes países, así como la condena de los Gobiernos de algunas naciones a la conducta del régimen de Teherán, como los presidentes de EEUU, Joe Biden, y de Chile, Gabriel Boric.

Once días después del “comienzo” de esta historia, y tras la muerte de, al menos, 76 manifestantes en su mayoría mujeres, el Gobierno de España ha condenado “duramente” la represión en Irán.

Según ‘Iran Human Rights’, una ONG integrada por iraníes en el exilio con sed en Noruega, los muertos serían más, Mientras tanto, los medios de comunicación estatales de Irán solo reconocen 41 muertos, entre los que figurarían varios miembros de las fuerzas de seguridad. Además, cientos de personas han sido detenidas, entre ellas, una veintena de periodistas.

“Hasta alcanzar proporciones gargantuescas” no lo sabemos, como no sabemos si esta ola de protestas logrará algún cambio en las políticas de la Republica de los ayatolás, o sin apoyo internacional – apoyo real, no solo de palabra – se extinguirá bajo la bota de la represión.

Si unas 80 personas han muerto para que un Gobierno “progresista” como el español se manifieste, ¿qué hace falta para que acabe la opresión, paguen los culpables y todas estas vidas y las que vendrán no se hayan perdido en vano?

Tras once días de la muerte de Mahsa Amini y 76 cadáveres más, el Gobierno condena...