martes. 23.04.2024

En política la incoherencia es un síntoma letal con la hemeroteca como testigo silencioso y descubridor de anomalías, no ya democráticas sino también contradictorias por estrategias oportunistas. 

El 10 de junio del pasado año, hubo titulares como éste: "El Gobierno estudia exigir visado a los marroquíes para entrar en Ceuta y Melilla". El Ejecutivo de Sánchez se planteaba suprimir el régimen especial de ambas ciudades autónomas, pasando los controles del puerto y el aeropuerto a la frontera terrestre de ambas ciudades autónomas. Un régimen especial que se dispuso en 1.986 permitiendo a los residentes de Tetuán y Nador acceder sin visado a Ceuta y Melilla.

La última semana en las jornadas promovidas por la UNED sobre el Plan Estratégico de Ceuta (por cierto, demorado "sine díe" con fechas fijadas y postergadas continuamente por el Ejecutivo local), el investigador y profesor universitario Romualdo Bermejo García, aludía al contra verso sobre Schengen, surgido de aquella exclusión de las ciudades autónomas del Convenio Schengen por decisión del Gobierno español. No se entiende, aunque justificada con la incoherencia a la que nos referíamos, cómo el propio Ejecutivo que en su día optó por una decisión excluyente, ahora comprobando la creciente inmigración y los flujos provenientes en el tránsito de Tetuán que multiplicó su población atraídos por el progreso de Ceuta (huyendo de la división de los dos mundos fronterizos), decide realizar un giro copernicano de 180º para anular la Declaración de España en los años 90 ante la Unión Europea. El paso de los años y los acontecimientos desvelan un harakiri político con un suicidio como ritual de incoherencia y estrategia al absurdo.

Se desconocen aún con el paso de los años, las razones que llevaron a la exclusión Schengen de las dos ciudades autónomas. El control fronterizo beneficia a todos y supone un freno en el tránsito abierto y fortalece la soberanía de Ceuta y Melilla, al margen que situar a Frontex en las fronteras con Marruecos consolida la demostración evidente del estatus de frontera europea.

Los estudiosos consideran hoy que debió establecerse un plazo, una moratoria, para contemplar el aspecto humano, para regularizar ese tránsito de personas y mercancías que llevaron al deterioro de imagen y procedimiento con los porteadores como mulas de carga y el flujo migratorio desbordado.

La obligatoriedad del visado ha normalizado la frontera cuatro meses después de su implantación. Ahora la aduana comercial, ese anhelado objetivo que se mira con ilusión, pero con cautela, está aún por conocerse en qué dimensión y bajo qué prisma se formalizará dado que Marruecos siempre es imprevisible.

La incertidumbre es lógica y, por obvia, a la vista de cómo se están conduciendo en la frontera marroquí con el carácter aleatorio que aplican a la hora de aceptar a los marroquíes que la policía nacional les presenta con la documentación en orden para ser devueltos a su país de orígen. Si no son riguroso a la hora de aceptar las devoluciones de sus nacionales al amparo de un Tratado bilateral de Buena Vecindad, ¿qué garantías habrá con la implantación de una aduana comercial? ¿Seguirá prevaleciendo el capricho de Marruecos en decisiones que no deberían ser problemáticas? ¿Aceptará Marruecos las mercancías procedentes de Ceuta o será la arbitrariedad la que prevalecerá? Conocidas son las variantes en las relaciones hispanomarroquíes, el carácter aleatorio aplicado al otro lado de la frontera que no garantizan ni acuerdos ni Tratados. Es incierta ahora una relación idílica como panacea: una cuestión son los deseos y otras las realidades.

Encomiable sí es el esfuerzo de la Cámara de Comercio para estimular el consumo local incentivando con iniciativas de todo tipo el mismo. Estos últimos días, la Semana del Comercio con la Noche Blanca, ha supuesto un revulsivo importante (con la ayuda de la Ciudad Autónoma en su inyección económica) como en otros momentos lo fueron los bonos al consumo o el abaratamiento del billete de barco para no residentes. Nuestras calles y comercios han vibrado en tránsitos a comercios y éstos han vivido con entusiasmo una posibilidad de negocio traducido en realidad.

Las campañas en Navidad para incentivar el consumo local suponen siempre un revulsivo porque, recuérdese que aquella Navidad en la que Mariano Rajoy suprimió la paga extra navideña a los funcionarios, supuso un desgarro en el consumo local que la propia Cámara cifró en nada menos que 10 millones de euros. Ceuta no está para sufrir tal estruendo económico.

Se requieren menos brindis al sol y promover iniciativas como éstas tan estimulantes, satisfactorias e ilusionantes de la Cámara de Comercio para reactivar nuestro tejido productivo. 

Establecer metas es el primer paso para transformar lo invisible en visible sin temor a renunciar a lo bueno para alcanzar lo mejor. La motivación, en todo caso, es fundamental ya que la calidad de una actuación siempre comienza adoptando una actitud positiva para afrontarla.

Schengen sí, Schengen no