viernes. 26.04.2024

Según ha comunicado El Español el centro penitenciario se encuentra actualmente rodeado por agentes de la Guardia Civil y en el patio algunos internos han prendido fuego a contenedores y mobiliario interno.

 

La situación se ha puesto tensa con los reclusos cuando a uno de ellos, pasado este mediodía, en torno a las 12.30, le dio un ataque epiléptico porque no se había tomado la medicación. El médico no llegaba a atenderle, y eso encendió el ánimo de los internos. Algunos de ellos comenzaron un altercado que a estas horas todavía se está tratando de resolver.

 

Según confirman distintas fuentes, el Subdirector de Seguridad de Instituciones Penitenciarias se encuentra en estos momentos en el centro. Una columna de humo surge del interior de la cárcel.

 

Tras caer afectado por epilepsia uno de los reclusos, los internos han decidido plantarse en el patio. Todos a una, decidieron negarse a subir a las celdas, y empezaron a quemar todo tipo de cosas: papeleras, sillas de plástico, papeles...

 

Luego han roto una columna, han tratado de romper las ventanas de los baños, se han puesto a quemar mesas en las puertas de las galerías inferiores. Eso ha llenado de humo el interior de los pasillos del centro.

 

En el argot de las cárceles, es lo que se conoce como 'un plante'. Cuando por fin apareció el doctor a atender al interno afectado, los 300 presos aprovecharon para plantarse. Dijeron que no iban a entrar a comer. La principal queja de los amotinados tenía que ver con la falta de personal médico y la falta de medicación.

 

Esta circunstancia viene siendo denunciada por sindicatos como Acaip o APFP a lo largo de los últimos años.

 

Poco a poco muchos de los presos están cediendo a las advertencias de los trabajadores de Ocaña I. Han tenido que intervenir todos los funcionarios de servicio para tratar de disolver el motín. Incluso fue necesario llamar a aquellos que estaban de día libre y que viven cerca del municipio toledano para que colaborasen a reducir el motín. De los 300, a estas horas resisten unos 50, vociferando sin parar en el patio del edificio.

 

Síndrome de abstinencia

 

Desde que el pasado 12 de marzo el Ministerio del Interior tomó la decisión de aislar las prisiones, dos días antes de la publicación del real decreto del estado de alarma, la situación en el interior de las cárceles resulta por momentos tensa. Desde ese día los 50.800 presos internos en los presidios de todo el país se quedaron ya sin jornadas de vis a vis. Ya no pueden recibir visitas de familiares y amigos. También se han cancelado los permisos de salida que los internos con buen comportamiento podían disfrutar.

 

Estos dos beneficios suponían, a su vez, las principales vías de entrada de droga a la cárcel. Y ahora esos dos grifos están cerrados, lo que ha provocado un considerable aumento en cuanto al precio de los estupefacientes. El hachís se ha encarecido. También la cocaína, a 100 euros el gramo, según relatan fuentes penitenciarias a este diario. Todo esto está provocando un importante síndrome de abstinencia en muchos de los internos.

 

Tal es la escasez de este tipo de sustancias que en los últimos días los vigilantes de las cárceles han vivido alguna que otra situación un tanto surrealista. Una de ellas se produjo el pasado fin de semana en la prisión de Barcelona cuando un hombre que no pudo ser identificado se identificó escalando los muros del recinto. El intruso depositó un paquete repleto de droga en la ventana de una de las duchas y luego huyó.

 

Los vigilantes consiguieron interceptar la droga. Pero no lograron detenerle

Motín de presos en la cárcel Ocaña con quema de contenedores y droga