sábado. 04.05.2024

Where is Paco?

Quien me contó la historia que les voy a relatar pasa por ser una de las mentes más lúcidas de este país, y uno de los hombres más inteligentes que he conocido. Pero no tengo su autorización expresa para ello, así que le llamaremos T. Como he compartido con el más de una sobremesa, de esas en que el efecto de las tónicas con algo nos lleva a contar anécdotas, le he oído nombrar esto con un relato coherente en más de una ocasión, así que lo doy por bueno.

Recien llegado el matrimonio Clinton a la Casa Blanca, deciden explorar una de las promesas estrellas del Partido Demócrata -da igual cuando lo lean-, como es la sanidad universal. Y Hillary se pone al mando de un seminario técnico, en el que contrastar sus propuestas con varios modelos sanitarios de otros países. En representación de España, aparecen T. y un tal Paco del que lo único que se es que era granadino y funcionario del Servicio Andaluz de Salud.

Era un seminario denso, solo para técnicos y profesionales, en la propia Casa Blanca. De ahí que lo último que esperase T. es que la Primera Dama irrumpiera, con el tal Paco, y le interrumpiera con un "ole, torero" en la fase de conclusiones. A mi amigo se le puso la cara como la camiseta de Osasuna. Pero Paco no sabía que T. es, además, el tipo con la capacidad para gastar las bromas más pesadas que se pueda uno imaginar. Había pinchado en hueso.

Aquello era por la mañana, y por la noche había un coctel en la Casa Blanca. Y la venganza de T empezó a tomar forma, con una llamada telefónica:

 - "Paquito, macho, que nos recogen a las 20.00 horas. Nos vemos a las 19.30 en la puerta del hotel. Por cierto, que hay que ir con el traje típico del país. Los de México van vestidos de mariachis, el de Italia creo que tiene un traje de gondolero... Yo me he traído una montera, búscate algo. Se me olvidó comentártelo en Madrid, con las prisas".

Es un misterio cómo y donde, pero en aquel Washington de 1993, Paco consiguió un gorro de torero. A la hora convenida, ahí estaba el tío con su sombrero y 50.000 pesetas menos en la cartera. El chófer tuvo que mediar para que el sentimiento de haber hecho el imbécil de Paco no acabara a hostia limpia en mitad de un coche oficial camino de la Guaitjaus. Dónde Paco dijo que, por sus santos bemoles, entraba el artefacto, que encima llevaba alambres con el correspondiente jaleo en el dectector de metales. El de seguridad los dejó pasar como a la decimocuarta vez que Paco repitió aquello del "Typical spanish present for Hillary. Torero, olé, matador".

Apareció Hillary en el cóctel, se tomó un refresco y desapareció brevemente. T fue al servicio, miró a una habitación cercana en la que escuchó un ruido y se encontró a Paco abrazado a la secretaria de la primera dama con el gorro de torero, meneando una cortina roja y la Clinton de rodillas, con un dedo en cada sien y entrando a matar entre gritos de olé. "Nunca me he arrepentido más de no llevar una cámara de fotos encima", pensó cuando el mundo entero descubrió dos años después a una becaria llamada Mónica Lewinsky.

Meses después de aquello, los Clinton llegan a España. Bill quiso ver de nuevo Granada, donde había estado en su juventud y se había quedado prendado de los atardeceres desde la Alhambra. Ella ata cabos, y si aquello era Granada, su extraño amigo que la toreó con una cortina roja debía estar por ahí. Where is Paco?, preguntaba continuamente, mientras el resto del personal se hacía cruces para explicarle a la buena señora que nadie tenía ni puñetera idea de quien era el tal Paco y que por Paco podía responder algo así como media población masculina de España.

Y así, también, se escribe la historia. Y así, también, se mueve el poder....

Where is Paco?