viernes. 26.04.2024

Isabel no iba a ser Reina de Inglaterra. Ese privilegio debería corresponder a otros, a los posibles hijos que Eduardo tuviese con Wallis Simpson. Pero el escandaloso matrimonio de su tío obligó a este a renunciar a la corona. Hay teorías que sostienen que el hecho de que el monarca durmiese con una divorciada norteamericana de gustos frívolos, fue más pretexto que causa: las simpatías de este por el III Reich eran más que palpables. Eduardo pasó el resto de su vida en una hermosa villa en el norte de Francia, ansiando volver a ser Rey y con una cohorte de perros como únicos herederos. Asumió el trono Jorge VI: un hombre considerado como débil, poco preparado y con una infancia en cierto modo traumática que le generó un problema de tartamudez. Sin embargo, su ‘dupla’ como Rey con Winston Churchill durante la II Guerra Mundial entró en la historia como símbolo de liderazgo al frente de un país.

En 1951, el teléfono suena en un lugar de Kenia. Jorge VI, enfermo de cáncer, ha muerto. Quien descuelga el aparato es Isabel II: heredera al trono y que anda recorriendo los dominios de la Commonwealth para darse a conocer ante un inminente relevo. Una mujer al frente de Inglaterra, a la sombra entonces de sus carismáticos esposo y hermana. Pero, como su padre, es Isabel quien acaba siendo asociada con el liderazgo al frente del Imperio Británico.

Una de datos: en sus años al frente del trono, ha conocido -si incluimos a la última, Lizz Truss, que lleva apenas horas en el cargo- a quince primeros ministros. Era la máxima autoridad de la Iglesia anglicana: en el Vaticano, ha conocido a siete Papas -incluyendo los 27 años de Juan Pablo II- o trece presidentes de los Estados Unidos. Accedió al trono cuatro años antes de la firma del Tratado del Carbón y el Acero, germen de la actual Unión Europea, y tanto la adhesión a la Unión como el Brexit llevan su firma. Ha inaugurado cuatro Juegos Olímpicos de verano y entregó a Bobby Charlton la única copa del mundo ganada por Inglaterra…. Hace 66 años.

Pero su reinado no puede disociarse de las polémicas familiares: su hermana Margarita y sus amoríos no fueron sino un preludio de la tormenta perfecta de sus hijos  y nietos: nada que comentar sobre el matrimonio entre Carlos de Inglaterra y Diana Spencer, entre Andrés y Sarah Ferguson, que no se haya dicho ya. Este último, cuentan, su ojito derecho. Y su principal quebradero de cabeza, a punto de entrar en prisión en los úlimos meses por sus ‘amistades peligrosas’. O su nieto Harry, cuyo matrimonio con Megan amenaza con perpetuar el ’show de los Windsor’ durante algunas décadas más.

El reinado de Isabel II es, también, el reinado de la pesadilla terrorista. Fuera por el IRA, fuera por el integrismo islámico, el Reino Unido ha sido golpeado en infinidad de ocasiones por el zarpazo del terror durante su reinado. Con una pérdida especialmente dolorosa: la de Lord Mounbatten, tío de su esposo y consejero ‘aúlico’ de la Familia Real, asesinado durante unas vacaciones en Irlanda junto a su nieto.

Sea como fuere, hoy ha fallecido a los 96 años de edad. En el que fuera, posiblemente, su lugar favorito en el mundo: el castillo escocés de Balmoral. El mismo en el que ejerció de abuela como nunca cuando otra llamada a horas intempestivas cambió el destino de su país: la que le informaba de un accidente en el corazón de París con la princesa Diana implicada…

Adios al último mito del siglo XX: muere Isabel II de Inglaterra