jueves. 02.05.2024

El atletismo en aquellos Juegos Olímpicos de Moscú 80 quedará, siempre, marcado por la épica confrontación entre Sebastian Coe y Steve Owett. Eso a nivel mundial, pero en el orgullo patrio, quedará también la hazaña de un barcelonés muerto esta tarde en su ciudad natal tras una azarosa vida personal: Jordi Llopart. El mediofondista catalán, primer atleta español en obtener una medalla en los Juegos Olímpicos, no ha podido superar las complicaciones derivadas de un infarto sufrido en días anteriores. Su muerte no ha sorprendido a nadie: su hermano confirmaba a últimas horas del martes que su estado era de coma irreversible y que, incluso, el óbito se produciría esta tarde tras el trabajo de los equipos de donación de órganos.

 

Llopart fue el primero de una hornada no muy amplia de medallistas españoles en atletismo, pero impensable -todo hay que decirlo- hasta su llegada. Y como Martín Bahamontes en el ciclismo, Manolo Santana en el tenis, Severiano Ballesteros en el golf o Fernando Alonso en la Fórmula 1, un auténtico pionero, el primero que sentó a millones de españoles delante del televisor o el aparato de radio para seguir las evoluciones de un deporte del que apenas tenían referencia.

 

Campeón de Europa en 1978 en marcha, subcampeón olímpico dos años después en la modalidad de 50 kilómetros, Llopart fue uno de los grandes representantes del deporte español antes de la explosión del mismo a consecuencia del Plan ADO diseñado para la cita de Barcelona 92, Juegos en los que no llegó a competir y en los que apenas tuvo reconocimiento. Sin embargo, sus últimos años no fueron, precisamente, de vivir de las rentas. Todo lo contrario: tras desvincularse de la sección de Atletismo del Fútbol Club Barcelona y una concatenación de trabajos sin fortuna, fue noticia por penúltima vez cuando anunció que estaba a punto de vender sus trofeos para poder subsistir. Apenas cobraba algo más de 400 euros, en mitad de la crisis de 2008 que se cebó con dureza con el, como con otros millones de personas.

 

Su situación económica, ayuda por aquí o contacto por allá, había mejorado en los últimos años. Pero su corazón se resintió hace unos días, y el mito de El Prat ha muerto, en medio de un unánime reconocimiento, esta tarde en Barcelona. Sirva su legado deportivo para las generaciones futuras y su último legado, sus órganos vitales, como testimonio de la generosidad y el esfuerzo que le hicieron merecedor de un hueco destacado en nuestra historia deportiva.

La última carrera de Jordi Llopart