viernes. 26.04.2024

El apedreamiento a un vehículo de la Línea 8 de autobuses, la de Príncipe Alfonso, es el último capítulo en una suerte de 'annus horribilis" para el transporte local en nuestra ciudad. Desde la tarde de este domingo, la barriada quedará incomunicada por transporte público a partir de las 19.00. Pero, como decimos, es un capítulo más en las dificultades que están llevando prácticamente a la extenuación tanto a autobuses como a taxis. De hecho, la próxima semana se presenta intensa: los autobuses irán a la huelga -salvo acuerdo en la reunión del martes- y los taxis se quedarán en el garaje el próximo miércoles. Por ello, vamos a recordar algunos de los precedentes que llevan a ambas ramas del transporte público a esta situación.

 

Empecemos por los autobuses. El año comenzaba con el convenio colectivo renovado 'in extremis' y la concesión administrativa, que databa de septiembre de 1994, expirada. Estalló la pandemia, y los autobuses se vieron obligados a rebajar a la mínima expresión sus rotaciones. Los trabajadores se vieron con problemas para cobrar la nómina, hay decenas de ellos en ERTE y se convocó una huelga por parte de los sindicatos que se desconvocó ante la perspectiva de solucionar un problema legal y tras abonarse algunas facturas pendientes por parte del Ejecutivo local, de convenios como Tercera Edad o desempleados. Al no tener concesión ni un contrato de servicio público con la Ciudad, los autobuses estaban funcionando, prácticamente, a riesgo y ventura. Ello impedía, por ejemplo, que se pudieran acudir a los beneficios contemplados en los Reales Decretos promulgados en el primer semestre del año durante el Estado de Alarma. Durante buena parte del tiempo, además, líneas menos rentables como las de San Amaro o Benzú han estado suspendidas. El contrato aún no se ha firmado, y las negociaciones del convenio colectivo incluyen unas condiciones "inaceptables" para la parte sindical. Este lunes se tramitará la documentación para iniciar una huelga en las próximas semanas, pero el martes está prevista una reunión. A ello hay que sumarles los apedreamientos a autobuses, cíclicos pero que tienen un repunte en las últimas semanas, y el derribo de un ficus sobre el garaje de la Empresa, justo al comenzar la pandemia, con importantes daños en el tejado y cristaleras.

La situación no es mucho mejor en el sector del taxi: golpeado de lleno por la pandemia, ya en los primeros días desde la declaración del primer estado de alarma algunos profesionales del volante advertían que la situación era "la peor que se ha vivido nunca". El tiempo parece haber confirmado esas sensaciones, sobre todo ante el cierre de la frontera y la disminución en las rotaciones de los barcos. Pero también los toques de queda y cierre del ocio nocturno ha influido drásticamente en un sector que, además, tiene una estructura ciertamente compleja, entre asalariados y autónomos, y que está dividido en varios colectivos profesionales. La polémica ha estado vinculada también a los porcentajes de vehículos en la calle: muchos taxistas han recalcado en varias ocasiones a Ceuta Televisión que prefieren quedarse en casa a salir a trabajar porque pueden estar varias horas para facturar 40 o 50 euros, de los que la mitad son para el empleador, el propietario de la licencia. Tras el fracaso de las conversaciones con la Ciudad para temas como una nueva ordenanza reguladora, el acceso a ayudas o la agilización en los trámites de renovación del carnet del servicio público, el próximo miércoles el colectivo de Autónomos del Taxi llama a encerrar los coches en los garajes.

Todo esto ocurre, como decíamos, a sectores que ya venían perjudicados antes del estallido de la pandemia. Los colapsos en la frontera -en el caso de los autobuses, prácticamente la única línea rentable- en los últimos años habían dañado seriamente las cuentas de estos sectores. Un 'annus horribilis' en toda regla, pues, que afronta una semana si no decisiva, al menos intensa.

 

 

 

 

Semana decisiva para el 'annus horribilis' del transporte