Difícilmente puede no ser exitosa una comedia romántica al uso, de las de toda la vida, que cuente con dos valores seguros del género, dos rutilantes estrellas de las de toda la vida. El idilio que Julia Roberts y George Clooney mantienen con la gran pantalla desde hace muchos años (más de los que ellos querrán reconocer), se antoja más que suficiente para lograr el mínimo exigido por los amantes de la comedia romántica, que parece un poco en desuso en los últimos tiempos. Más allá de los dos nombres protagonistas del cartel, cuya química y buen hacer en la materia, aunque sean ambas cosas por puras tablas, también están aseguradas, la propuesta no posee muchos más argumentos que una historia amable y convencional ubicada en un entorno paradisiaco que merece la pena verse.
Entrando en harina, la película parte de la premisa de una pareja divorciada hace veinte años, muy mal avenida (pero mucho, mucho), y con una hija en común, no tiene más remedio que unirse para viajar a Bali lugar donde les espera la susodicha, enamorada en corto espacio de tiempo y dispuesta a casarse con un lugareño. Obviamente las intenciones ocultas de ambos es evitar que su hija cometa el mismo error que ellos cometieron, y el enredo está a punto de cocción y listo para servirse.
Tanto Roberts (por poderío interpretativo) como Clooney (por lo mismo y por facilidad natural para la comedia) se muestran a la altura de las poco exigentes circunstancias, y regalan algunos meritorios momentos divertidos que se agradecerán a lo largo del metraje. No obstante, los demás miembros del elenco incluidos, el resto del bastante predecible y poco creíble metraje se ensombrece desde el principio tras la figura de los citados protagonistas.
Sin sorpresas, ni en lo bueno ni en lo malo, supone el equivalente a ir a un restaurante de comida rápida para salir del paso; eso sí, uno de los de toda la vida, para pedir un producto que sabemos de sobra que no nos va a desagradar, pero la cosa da para lo que da.
Lejos de proyectos ambiciosos y arriesgados, de premios y nominaciones, lejos del glamour de momentos que rememoran tiempos mejores, como dijo aquél, la estrella de algo tiene que comer (sonrisa irónica), y sobra decir que se trata de un proyecto menor dentro de la filmografía de ambos, pero a la vez de una oportunidad para verlos darse la réplica con desparpajo y sin tomarse demasiado en serio a sí mismos, que es el inteligente poder que tiene el humor. Puede esto último de no tomarse en serio convertirse más en virtud que en un obstáculo, dadas las circunstancias. Ustedes mismos...
Puntuación: 5
JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]