sábado. 27.04.2024

Empatía

Escribo estas líneas minutos después de hablar con un amigo al que conozco desde hace más de dos décadas, llamado Javier Expósito. Es el presidente de la Asociación "Autismo Ceuta", y acudo a la sede de su entidad para que me expongan un problema muy grave. Los profesores especializados en atender a los hijos de la entidad no están disponibles. No hay personal estructural -craso error- y la falta de entrada en vigor de los Planes de Empleo retrasa 'sine die' la incorporación de este personal.

 

Empatizo con Javier a la primera. No solo porque nos conozcamos desde que ambos andábamos en la veintena, sino porque no me cuesta trabajo pensar lo que siente una persona con un hijo autista al que se le dice que algún día se incorporarán profesores con un contrato que, a lo sumo, serán nueve meses. Y para el año que viene, vuelta a empezar.

 

Empatizo con el, pero también entiendo el mal trago que esto está suponiendo para la dirección provincial del MECD. A Javier Martínez Alonso se le podrán hacer muchas críticas -en el sueldo y cargo lo tiene incluido- pero me consta que lleva la Educación en la sangre. Como Tula, como Carmen, como José Luis. Y se que el campo de acción está muy limitado.

 

Limitado porque el país está parado. Ceuta no tiene competencias en Educación; y en Madrid prácticamente solo se firman nóminas. Lo mismo ocurre en Sanidad; nuestros médicos 'de siempre' superan ya la cincuentena y la inestabilidad no permite esperar soluciones en próximas semanas o meses.

 

Si, les estoy hablando de autismo, de sanidad y de Ceuta. Pero soy consciente de que este artículo podría escribirse en cualquier parte del país. Tantas inversiones, tantas preguntas con una cara de circunstancias por respuesta... ¿Para cuando?. Para cuando haya alguien en Madrid que pueda resolver favorablemente, o no, un trámite.

 

Y es eso, la falta de empatía, lo que nos tiene en esta situación. No ya solo la empatía entre los principales líderes -les pido que pongan el país en marcha, no que se vayan de copas juntos-, sino la empatía de estos con los ciudadanos. Los pellizquitos de monja entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias; el sentido de Estado que Pablo Casado parece exigir sólo cuando es el PP el que gobierna; la yenka contínua de Albert Rivera o la comodidad de Santiago Abascal con el papel de chico malote de la clase sin demostrar mucho más aparte de titulares gruesos. De los nacionalistas, insolidarios por definición, ni hablo.

 

Simplemente, una cosa, señorías ¿se han preguntado ustedes cuantos autismos Ceuta hay en todo el país? ¿son conscientes de cuantas empresas no van a poder cobrar el dinero que les deben las Administraciones y del apuro en el que van a poner a empresarios y asalariados?. ¿Se dan cuenta del aprieto en el que ponen a sus compañeros de partido o Gobierno en ciudades pequeñas, esos que tienen el problema delante de sus ojos y no en una celdilla de Acces? (Inciso: que un diputado como Pepe Simón pida disculpas a sus votantes me parece el camino a seguir. Le honra). Y la última, después de responderse estas preguntas. ¿se extrañan, en serio, de que muchos ciudadanos que siempre hemos votado a algunos de ustedes vayamos a consumar con un sobre vacío nuestra participación en unos comicios a los que su comportamiento, más propio de adolescentes hormonados que de hombres de Estado, nos llevan de nuevo?.

Por esto y alguna cosas más, no cuenten conmigo esta vez, señorías. #YoVotoenBlanco.

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