sábado. 27.04.2024

Homenaje a Machado

No es que por tener dinero alguien deje de tener derecho a la manifestación. Pero los defensores de la Revolución de los chaneles debieran buscar mejores argumentos. Se puede protestar -de hecho es lo que viene sucediendo desde el minuto uno- sin necesidad de quebrantar el estado de alarma; se puede estar en perfecto desacuerdo con este Gobierno pero para ello no es necesaria la anarquía. No vale aquello de "se puede protestar un ratito" -si esta y otras ocurrencias fueran de la vecina del quinto y no de la presidenta de Madrid serían hasta graciosas- a las nueve de la noche. De metro en metro y con las distancias de seguridad. Ya habrá tiempo si se quiere de preguntar por "esa pequeña gripe" o por qué en 24 horas pasamos del volver a casa sola y borracha  al por favor, no salgas. Si no quieren que sea por ellos, al menos que sea por respeto a los casi treinta mil muertos. O viceversa.

 

Dicho lo cual, no deja de ser contradictorio oir aquello de "si no fueran quienes son, habría cargado la Policía". O de considerar que "las autoridades deben actuar", en boca de Pablo Echenique. La Policía en Madrid está bajo las órdenes de un señor que se parece sospechosamente a José Manuel Franco, secretario general del PSOE madrileño. Tanto que diría que son la misma persona. Sin ironías: en esas expresiones subyace que la Policía -que ya ha empezado, bien hecho, a identificar a los promotores- debe ser un instrumento al servicio del partido que Gobierna. Y si peligroso es que haya quien confunda ceros en la cuenta con derecho de pernada, no lo son menos quienes señalen los objetivos a seguir como hace esta suerte de Farel del siglo XXI.

 

Al principio del Apocanetflix, muchos albergamos la esperanza de que de esta saliera un país mejor. En sus estructuras, pero sobre todo  en sus gentes. Que todos entendiésemos, a golpe de parte diario de muertos, que el ser humano vuelve a tener una oportunidad de mejorar lo que se ha hecho mal durante décadas, de escribir una historia decente que contar a nuestros nietos. De mirar a nuestros ancestros y hacerles sentir que hemos estado a su altura, hacerles saber que la primera generación que supo lo que era merendar está al nivel de las expectativas depositadas en ella. Que seríamos capaces de vernos, entendernos y respetarnos, aprendiendo las lecciones de los años 30. Debiera ser lo lógico: escribo esto en un día en el que el número de muertos se eleva a los 27.459. Dicho de otra manera: un número de muertos 143 veces superior al de los atentados de Atocha o 1.615 más que en los de Las Ramblas. Se de profesionales sanitarios que llevan mucho antes de que alguien inoculara el virus en las últimas horas del 8-M recorriendo el tramo que separa el ascensor de la puerta de su casa con la mascarilla y una bolsa gigante de basura por toda vestimenta.

 

Pero no. Salvo alguna honrosa excepción, los druidas de esta tribu no unen conjuros para erradicar al enemigo, sino para despedazar al de al lado. Pero recordemos que a los políticos los elegimos nosotros, son el reflejo de nuestra sociedad. De usted; que seguramente no respete ninguna medida de seguridad y ande ahora a copazo limpio criticando a la gente que no ha aprendido nada en el confinamiento.  Harto ya de estar harto, de unos y de otros, hoy solo me quedan dos cosas. Uno, empezar a ver a Portugal con cierta envidia y un buen sitio para morir. Dos, pensar que esto no deja de ser un hermoso homenaje a Antonio Machado, en el 145 aniversario de su nacimiento. Ya saben: aquel de "españolito que vienes al mundo te guarde Dios". Estamos condenados a tener, siempre, el corazón helado. País...

Homenaje a Machado