sábado. 27.04.2024

Me odien, por favor

No cesa de repetirnos el Gobierno de España que nos quiere, y mucho, a ceutíes y melillenses. No lo pongo en duda: servidor, por motivos profesionales, lee el BOE a diario y raro es el día en que no aparece alguna partida con destino a las dos Ciudades Autónomas. Y luego, las muestras de cariño: dice Margarita Robles que ella se siente ceutí o melillense y que no hay debate. Lo grave, mi estimada ministra, sería que usted dijese lo contrario.

 

Nos quieren mucho, y por eso hay que ofender lo menos posible a Marruecos. En esa tesitura, todos los presidentes del Gobierno desde Suárez en adelante: no molestar al vecino, que es por nuestro bien. Pero en esta ocasión, a quien no queremos molestar solo le queda despeinarnos. Inciso: Aznar respondió justo tal y como cabía esperar cuando ustedes están pensando.  Con una frontera cerrada, con la crisis del pescado de hace solo once meses, ni el Rey ni el presidente del Gobierno han encontrado aún hueco en sus agendas para visitar Ceuta y Melilla, mientras aquel al que no hay que soliviantar se mete en barco hasta el Recinto. Por cierto: no me vale que Sánchez haya visitado a sus compañeros de partido cada vez que se ha presentado a un Congreso del PSOE. Si me gusta, o no, que el líder socialista venga por estas tierras cada vez que se mide a Susana Díaz, me lo reservo. Pero mientras viva en Moncloa, es también mi presidente. Que me quiere mucho, por supuesto.

 

Ceuta y Melilla son tan españolas como cualquier otra ciudad, nos repiten. Particularmente, nunca tuve la menor duda de a que pais pertenezco y, además, al que quiero pertenecer. Pero ahórrense la cantinela de la igualdad: resulta que el extremeño, el gallego o el cántabro está en el territorio Schengen. Es decir, que puede moverse con tranquilidad por territorio comunitario. A mi me piden el DNI para entrar en el barco de Ceuta a Algeciras -lógico-, pero en Algeciras tengo que volver a pasar por un  control de la Guardia Civil. Pero nos quieren mucho.

 

Y si: Ceuta y Melilla son parte integrante de España, por la historia, los antecedentes jurídicos, la voluntad de sus gentes. Pero los ceutíes y melillenses debemos ser de segundo rango. Incluso, desde hace algunas horas, estamos peor vistos que una colonia, como Gibraltar; los llanitos tienen libertad de movimiento, sin  ser parte del Reino Unido, y yo siendo parte de España, no. No lo dudo: nos quieren una barbaridad. De vellitos de punta, oiga

 

No creo que haya nada oculto, aunque me acuerdo de mi querido Higinio Molina cuando hablaba de las dos chinchetas del mapa: aquellas en las que nadie repara, pero nadie quita no sea que dejen algún boquete en la pared. Hasta ahí. Cierto es que desde Ceuta -de Melilla no hablo, pues  me queda a medio país de distancia- no nos hemos sabido hacer valer más allá de repetir que somos españoles a los cuatro vientos. Sentimentalmente, inapelable; económicamente, una reiteración de lo obvio. Cierto es que las bambalinas suelen tener más interés que el escenario en las más de las veces. Y también que estoy escribiendo en caliente. Pero hoy, siendo ciudadanos españoles de pleno derecho, los habitantes de un territorio usurpado a España tienen más derechos que yo.  Quédese, por tanto,  Su Majestad en la Zarzuela y el señor presidente en La Moncloa; todos pensarán que es un nuevo desprecio, pero yo se que es por cariño. Ámame como odian los amantes, cantaba Sabina...

Me odien, por favor