Siempre he dicho que en política hay que ser coherente con lo que se dice y se hace. Un partido tiene que ser consecuente tanto en la oposición como en el Gobierno, porque de lo contrario estará cayendo en el error de tener un discurso único para el momento y no un discurso propio de una identidad que haga ganar esa mayoría social. Nadie dijo que fuera fácil tomar decisiones, pero las decisiones valientes son las que se toman en consonancia con las ideas de unas siglas, no con las ideas que hacen mantenerse a flote.
Tenía que empezar así para reflejar que a muy pocas personas de mi partido le ha gustado la medida impulsada por Pedro Sánchez, ni siquiera a él. Y no dudo que pudiera existir un motivo de peso, pero jamás entenderé a quienes aplauden la acción.
Pero lo más sorprendente de todo esto es que haya tenido que ser un Gobierno Socialista quien le haya enseñado al Partido Popular lo que tenía que haber practicado durante todos estos años, porque ellos sí son los del discurso del miedo, los del efecto llamada, o los de la invasión. Son ellos los que han familiarizado siempre con esta filosofía del rechazo a la inmigración, algo que demuestra la incompetencia de los Gobiernos de Aznar y Rajoy.
Y sin moverme de esa incompetencia, es irónico que ahora le pida al Gobierno de España que, de la misma forma que se ha utilizado un acuerdo firmado en el año 1992 para la repatriación de los inmigrantes que entraron el pasado miércoles, se utilice el acuerdo con el Reino de Marruecos en materia de Menores del año 2012. Es decir, nos piden lo que ellos nunca pudieron conseguir. No seré yo quien defienda estas acciones porque, tras reflejar la aptitud y la ineptitud de unos y otros, prefiero seguir anclada en mis ideas, pero sí la que exija un mínimo de vergüenza sobre unas competencias propias.
Y siguiendo con mi análisis del principio, sé que formando parte de un partido te lleva a tener que aceptar cuestiones, unas acertadas y otras no. Cuestiones y propuestas que tienes que defender siempre que éstas no crucen la raya de una moral interna a la que, al menos yo, no pienso traicionar.
Dijimos que no a las devoluciones en caliente saliendo a la calle a protestar por ser medidas catalogada ilegales por el tribunal de Estrasburgo. Ahora no podemos caer en el mismo error de nuevo, en ese error de subestimarnos y aceptar la presión de un movimiento intolerante que inunda la Unión Europea.
Es cierto que hay un acuerdo con Marruecos, pero también es cierto que hay una Ley de Inmigración que creo que no se ha respetado. Dudo que en 24 horas se hayan localizado el origen de todos los inmigrantes y se les asesorara sobre sus derechos. Además, ¿Marruecos? ¿España va a garantizar la integridad y seguridad de estos inmigrantes? Porque la Convención de Ginebra dice que Marruecos no es un país seguro. Si se ha conseguido todo esto entonces no estaremos hablando de devoluciones en caliente, mientras mantendré mi rechazo a esta orden que espero no se convierta en una práctica habitual.
Así que para quienes me preguntan, lo diré de nuevo.
Así no se lucha contra la inmigración irregular.
Así no protegemos nuestras fronteras.
Así no acabamos con las mafias.
Así no reforzamos a la Guardia Civil ni a la Policia Nacional.
Así no invertimos en el país de origen ni se hace cooperación al desarrollo.
Así no se garantizan los derechos básicos.
Así no se ejecuta un acuerdo.
Así no.
Y termino, para evitar cualquier acusación, condenando la violencia utilizada por algunos que saltaron nuestras vallas. Sé diferenciar las tres vertientes de un triángulo que cada vez se hunde más. Y con una frase de Carmen Chacón: "Como en algún momento dijo Renzi, no estamos hablando de si aceptamos más inmigrantes o menos, estamos hablando de si somos humanos o bestias. Eso es lo que está pasando".