Es un juego muy sucio.
Este artículo no pretende tampoco dar lecciones de moralidad, para eso está la gente como Madina, ese joven político al que le pusieron una bomba para intentar acabar con su vida, y que dijo en la Ser que se negaba a creer que existiera una mayoría social a favor de la prisión permanente revisable. Yo estoy con él. Sí, Madina, víctima de ETA, es incapaz de mostrar odio y venganza. Sé que España tampoco.
Y es que, desde que el Partido Popular nos llevara a la época anterior a Franco y se aprobara de nuevo la cadena perpetua, las principales organizaciones defensoras de los derechos humanos, así como juristas o expertos en materia penal han insistido una y otra vez, con argumentos basados en la razón y en la solidez, y no en aquellos realizados desde las tripas y la ira, que la medida choca con nuestro sistema constitucional y el Estado de Derecho que busca y persigue la reeducación.
Cierta parte de la ciudadanía tiene un desconocimiento brutal sobre el ordenamiento jurídico ,la duración de las penas, o sobre cómo se lleva a cabo la reinserción. España tiene una de las tasas más bajas de homicidios y criminalidad y es una leyenda eso de que las penas no se cumplen. Nuestra justicia es de los más duras y la prision permanente revisable no hará que estemos más seguros, que se lo digan a Estados Unidos, pero sí hará que seamos una sociedad mucho peor. Sin la prisión permanente pudimos acabar con ETA y con ella en vigor no hemos podido evitar la muerte de Gabriel.
Una vez más, el Partido Popular ha usado a las víctimas para hacer política, algo completamente mercenario y mezquino. Una vez más Ciudadano ha cambiado de opinión, según se producen los hechos mediáticos.
Dicho esto, sí quiero denunciar la inhumanidad de quienes convierten la palabra en un arma peligrosa y quienes enturbian y disfrazan su ira contra la raza, la ideología o el feminismo, que nada tienen que ver con la crueldad de quien comete un asesinato.