sábado. 04.05.2024

Fue, desde el punto de vista militar, una operación quirúrgica: rápida y con el menor número de bajas posibles. Pero aquel 21 de agosto, la historia de Ceuta, Portugal y España cambiaron para siempre. Las tropas mandadas por Enrique el Navegante desembarcaban en la ciudad y la tomaban para una corona portuguesa que asestaba un duro golpe a Castilla. Ambas potencias rivalizaban por el control del mundo. A Ceuta le quedan, entre otras cosas, el áleo, la bandera, el escudo, las Murallas Reales y otras cosas.

Un mes después, y con el Rey luso dispuesto a regresar triunfante a Portugal, preguntó quien quería ofrecerse  como Gobernador -el primero de nuestra historia- de la ciudad recien conquistada. Levantó la mano Pedro de Meneses; miembro de una familia de la corte portuguesa, pero caída en desgracia ante la Corona por las intrigas palaciegas. "Majestad, con este palo me basto", cuentan que respondió cuando le preguntaron qué necesitaba.

El siglo XV acababa de nacer, y esto no era sino una batalla estratégica entre las dos potencias dominantes. Ambas, con un objetivo: ser la primera en encontrar una ruta alternativa hacia las Indias orientales. Ceuta fue la elegida por los portugueses, dejando al frente de la misma a Meneses.Hasta aquí, más o menos lo sabemos todo. Pero ¿qué pasó en las décadas posteriores?  ¿qué fue de el?. O, mejor preguntado ¿fue el único miembro de su familia en entrar en la historia?.

Ni muchísimo menos. Dos de sus nietos nacerán en la siguiente década: Amadeo, en 1420 y Beatriz en 1426. Existen teorías que discuten el parentesco, aunque lo comunmente aceptado es que eran hermanos. El lo hará en Ceuta; sobre el lugar en el que lo hizo ella hay dudas entre nuestra ciudad y Campomaior, donde el padre de ambos, Rui Gomes Da Silva, ejerció como alcaide. Amadeo ingresa en el Monasterio de Guadalupe. Tras tratar, sin éxito, de sufrir martirio predicando el evangelio -hablamos del siglo XV, con la mentalidad de entonces- es trasladado a Italia. Confesor del Papa Sixto IV, se le atribuyen varios milagros en vida, que hacían que fueran miles de personas las que acudieran a su búsqueda ante enfermedades o problemas de distinto tipo. Venerado por los reformadores franciscanos, Amedeo muere en 1482 en Milán. Sus restos se veneran en el altar de la iglesia de Santa María della Pace. Antes de morir, escribió un libro, Apocalipsis Nova, en el que documentaba sus visiones basadas en el Evangelio de San Juan. Su visión, en aquel libro,  de la virgen María rodeada de siete ángeles inspiró a Leonardo Da Vinci para confeccionar uno de sus cuadros más afamados: La Virgen de las Rocas. Elevado a la santidad en 1458, su santo se celebra cada 12 de agosto.

La vida de su hermana nos lleva, directamente, a la batalla estratégica que libraban Portugal y Castilla. Llega a Castilla en 1447, como doncella de una conocida dama. La corte castellana era un nido de intrigas y rumores, algunos de los cuales apuntaban a una  relación entre Beatriz y el Rey Juan II. Enterada la Reina Isabel, decidió vengarse de ella con el nada delicado método de encerrarla en un baúl  durante tres días, en los que según el relato a Beatriz se le aparece la Virgen para darle consuelo. Ella, en agradecimiento se entrega a la vida religiosa, marchando a Toledo.

Ahí acudirá a buscarla, en 1484, la hija de aquella celosa reina portuguesa, pero que guardaba hacia la vieja monja un cariño especial. Al contrario que su madre, Isabel de Trastámara ayudó a Beatriz de Silva en un propósito especial: convertir en orden la Inmaculada Concepción de María. Isabel dona palacios, media con la Iglesia y Beatriz muere en agosto de 1492, justo cuando la gran obra de la joven reina ya está en marcha. Dos meses después de su muerte, Rodrigo de Triana verá tierra, el 12 de octubre de 1492. Para alivio del capitán de aquella expedición: un misterioso navegante de origen desconocido (catalán, genovés, portugués, judío converso: quédense con la versión que prefieran), que llevaba en su cofre un ceitil y había basado sus mapas de navegación en los trabajos de un erudito llamado Al Idrissi. Cristóbal Colón pudo entregar a la joven reina, Isabel la Católica, una tierra nueva como respuesta a la lucha que Castilla y Portugal lidiaban desde que aquel noble en desgracia alzó un cayado en Ceuta: la ruta alternativa hacia las indias.

21 de agosto: cuando la historia del mundo cambió en Ceuta