Comenzaré mi artículo de opinión expresando mis más sinceras condolencias a los familiares y amigos de los más de 247.000 contagiados y 28.400 fallecidos “reconocidos” por el covid-19 a fecha de hoy. Porque ni debemos, ni podemos olvidar lo que ha sucedido en nuestro país en los últimos meses. No hablamos solo de números, nos referimos a personas con historias propias, con familias y amigos, que han sufrido, en la mayor soledad, una enfermedad terrible. Y mientras tanto, nuestros gobernantes permanecen anclados en su habitual ceremonial de la “mentira” pervirtiendo nuestra democracia.
¿Alguna vez se han cuestionado por qué la izquierda mediática “domina” la comunicación en el mundo? Por solo poner un ejemplo, Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil, y Boris Johnson en Gran Bretaña, se han convertido en los máximos responsables de las muertes acaecidas en sus respectivos países con motivo del coronavirus; sin embargo, en España este honor les ha correspondido en exclusividad a los líderes de la oposición, es decir, a Pablo Casado y Santiago Abascal. Algunos incluso apuntan a las políticas liberales de José María Aznar y Mariano Rajoy para justificar la nefasta gestión sanitaria de la pandemia.
Una izquierda olvidadiza que pasa de soslayo sorprendentemente las crisis protagonizadas por Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero, pero que el resto de los españoles que las sufrimos no las olvidaremos jamás. Recuerden como el primer presidente del Gobierno del Partido Popular, José María Aznar, alcanzó el sillón de la Moncloa con 3,5 millones de desempleados, 5,5% de déficit público y una deuda de 360.000 millones de euros. Y el segundo, Mariano Rajoy, se encontró una España arrasada que superaba los 5 millones de desempleados y una deuda pública que nos situaba al borde del rescate.
Pero el lobby mediático progresista, abonado durante años con ingentes cantidades provenientes del erario, consiguió convencer a una gran parte de la sociedad española de que los recortes eran consecuencia directa de las políticas conservadoras y no de la crítica situación en la que ambos presidentes encontraron las cuentas públicas. Y todo ello aderezado con la presencia activa en las calles de mareas de todos los colores acusando a los dirigentes populares de ejecutar los mayores recortes de nuestra historia democrática cuando la realidad se encuentra en las hemerotecas.
Nadie tiene duda alguna de que España es el país del mundo con más porcentaje de muertos por millones de habitantes y de sanitarios contagiados, pero no es menos cierto que somos el único país del mundo en el que las culpas no han recaído en sus gobernantes, quienes asumieron desde el 14 de marzo en exclusividad todas las competencias, sino que han recaído en los líderes de la oposición, aunque eso sí, excluyendo de la ecuación a quien apoya en estos momentos las políticas del Ejecutivo social comunista, Ciudadanos. En cualquier caso: “España es diferente”.