"Me ha dicho un taxista que con la lluvia mejor no ir, pero me voy de Ceuta con las ganas de haber conocido la ermita de San Antonio. Me lo apunto y volveré en cuanto pueda, porque me ha encantado. No lo conocía, y sorprende". Esta frase la pronunciaba, en un ambiente informal, Diego José Mateos. No es un asistente más al Encuentro: es el alcalde de Lorca, la ciudad que en 2023 tendrá la responsabilidad de organizar el JOHC. Y las sensaciones de Mateos quizá resuman por qué ha merecido la pena que Ceuta albergue el mismo.
Un Encuentro que ya es historia. El punto y final ha sido una misa -la única celebrada durante la mañana de este domingo en Ceuta- que en principio iba a ser al aire libre. Pero la misma lluvia que dejó al regidor lorquino sin visita a la Ermita, ha obligado a llenar la seo ceutí como pocas veces se recuerda. La entrada principal, los laterales, la puerta de San Daniel. Literalmente, no se cabía.
Al frente de la celebración religiosa, Rafael Zornoza. El obispo de Cádiz y Ceuta preside unos oficios que cuentan, en el plano de las autoridades, con los vicepresidentes del Gobierno, Carlos Rontomé y Alberto Gaitán, como representantes políticos, así como con el comandante general, Marcos Llago. El titular del Obispado destaca en su homilía la belleza como modo de entender a Dios, estableciendo el paralelismo con el arte cofrade.
Y todas las delegaciones satisfechas. La noche de ayer, al parecer, fue larga: "Todo no va a ser rezar", comenta con picardía alguno cuando se le pregunta por la cena de confraternización de anoche. Y esa, la confraternización parece ser la sensación reinante en el templo catedralicio.
El último acto: el traslado de San Juan Evangelista a la Iglesia de Nuestra Señora de África. Punto y final a unos días intensos, hermosos, entrañables. Días en los que el mundo cofrade en particular, pero Ceuta entera en general, aprobó con nota el examen al que se presentó voluntaria hace un año en Valladolid.