sábado. 04.05.2024

Esta mañana han llamado mi atención sobre una situación que paso a contar. Junto al Parque Urbano Juan Carlos I, exactamente entre las pistas de padel y la zona de parking, empleada fin de semana sí y fin de semana también como "botellometro" hay una construcción pequeña de obra que deja un hueco, a modo de callejón en miniatura de medio metro de ancho, entre la caseta y el muro de las pistas de padel.

Un espacio estrecho y con cierto ocultación de la vista. Un "refugio de las miradas" colindante con un espacio donde muchas personas se congregan para consumir alcohol y relacionarse, estando además relativamente alejado de casa y edificios.

Solo hay que sumar dos y dos - alcohol y tiempo - y suponer que, al amparo de la oscuridad y con la necesidad de aliviarse, este espacio se convierta una letrina. Algo que puede decir cualquiera que se acerque a unos metros puesto que no hace falta asomarse a mirar, el olor ya delata lo que hay. Heces y orina.

Al acercarme a comprobar lo que me habían contado recibí un puñetazo en la nariz. No es un día especialmente caluroso, desde luego no se puede comparar con los días de julio o agosto, y sin embargo la peste ya era suficiente para ahuyentarme de allí. Si volvemos a sumar -hoy estamos muy matemáticos - los excrementos al calor estival, solo hay que imagina el paraíso para moscas y otros insectos.

Porquería en el Parque de la Marina / César Martín
Porquería en el Parque de la Marina / César Martín

Paraíso para bichos y gérmenes, y un infierno para cualquiera que se acerque por la zona.

Pero esta no es la historia, es solo definir el escenario. La historia es la de una trabajadora de las pistas de padel que, sin tener obligación para ello, probablemente repugnada por lo que se encuentra en la cercanía, se acerca frecuentemente y arroja algunos cubos de agua en el "callejoncito" para asear un poco este espacio.

Arroja un atisbo de esperanza comprobar que hay personas que, insisto, sin obligación para ello, voluntariosamente intenta que no se propague la suciedad y procura que algo del incivismo que mantiene este sitio en un estado repugnante, se limpie.

Porquería en el Parque de la Marina / César Martín
Porquería en el Parque de la Marina / César Martín

El problema puede tener una solución tan sencilla como tapiar los accesos a la letrina, aunque eso provocaría que, quienes quieran hacer sus necesidades busque otro hueco para esconderse, como la tradicional escollera. Sin embargo, evitaría que esta zona anexa al paso de deportistas, por ejemplo, quedara en el estado que vemos en las fotos que acompañan a esta publicación.

 

Mientras se tolere el botellón, porque como las meigas,

Porquería en el Parque de la Marina / César Martín
Porquería en el Parque de la Marina / César Martín

"haberlos haylos", al margen de la ordenación, habrá quien necesite orinar o defecar y no tendrá reparos en hacerlo dónde pueda. Ya conocemos la máxima todo lo que sube, baja, y todo lo que entra tiene que salir.

Aunque mientras tanto, desde Ceuta Televisión queremos mostrar nuestro agradecimiento a la protagonista sin nombre de nuestra historia.

Donde el incivismo y la voluntariedad se encuentran