lunes. 06.05.2024

Las generaciones de ceutíes que hemos nacido o crecido poco antes o después de la muerte de Franco, hemos crecido  oyendo hablar del "correo" o del "chumbo". Eran los nombres con los que se conocía a los barcos que enlazaban Ceuta con la Península; hora y media o más en algunos casos, como los de aquel célebre "melillero" que unía a las hoy ciudades autónomas por vía marítima. Los que conocieron el "chumbo" hablan con el recuerdo entrañable de la juventud, pero los datos dejan a las claras que Ceuta estaba bastante peor comunicada que ahora. Hasta el punto de que había solo un par de conexiones diarias, cuando el mar no lo impidiera, entre nuestra ciudad y la península, y no es raro repasando hemerotecas encontrar artículos de la llegada diaria del barco con tal o cual funcionario que estrenaba destino, aquel representante comercial de una afamada marca internacional o la hija del doctor Fulano que regresaba de estrenar su matrimonio en luna de miel.

Esa falta de rotaciones complicaba mucho las cosas a la hora de organizar determinados eventos. Prueba de ello, la inauguración del Club de Suboficiales de Infanta Elena. Un acto que tuvo lugar, según los datos facilitados por el actual director, coronel Moro Sanjuán, el 30 de junio de 1977. Y para el que las autoridades de la época habían decidido contar con dos rutilantes estrellas de la televisión de entonces: Silvia Tortosa y Edmundo 'Bigote' Arrocet.

¿Problema? Por lo que fuera, estos no habían llegado a tiempo de enlazar y coger el transbordador que debía llevarles a Ceuta. A alguien se le 'enciende la bombilla' y decide buscar una solución de emergencia. "Yo estaba en mi casa, recien llegado de Tarifa, donde habíamos desembarcado unas capturas, cuando me llaman a la puerta. Abro y me encuentro un soldado de Marina uniformado, diciéndome que lo acompañara al portal". Quien así habla es Rafael Pérez 'Fay', uno de los pescadores más antiguos de la ciudad y actualmente al frente de los maestros salazoneros.

"Yo no paraba de pensar en que había pasado algo con el barco, algún problema de lo que fuera. Me encuentro en el portal de mi casa al entonces comandante de Marina, que me pregunta si mi traiña estaba lista para zarpar. Me dijo que si, y que se montaba conmigo en señal de que no pasaba nada, pero que teníamos que ir a Algeciras a recoger a alguien".

Rafael Pérez "Fay", en su volaera / Dani Hernández
Rafael Pérez "Fay", en su volaera / Dani Hernández

Ahí estaban la actriz, un pionista y el humorista. "Hacía, además, una niebla tremenda. No se veía absolutamente nada, y empezaron a ponerse nerviosos". Silvia Tortosa "estaba sentada, con una manta, y preguntándome como sabíamos si íbamos para Ceuta". Arrocet "nos dijo que un whisky con hielo sería magnífico en ese momento". Tuvo suerte el chileno: "nosotros solíamos llevar a bordo un par de botellas de Caballo Blanco, porque algún problema habíamos tenido con patrulleras marroquíes, y tampoco decían que no a dejarnos trabajar a cambio de una botella. El hielo fue del congelador que teníamos para guardar la pesca" convenientemente lavado con un chorreoncito de agua dulce. A Arrocet le supo "a gloria". Personas  que probaron aquella marca de whisky nos aseguran que era lo más parecido a beber fuego que recuerdan...

La llegada a Ceuta "sin radar ni nada" también tuvo lo suyo. "En una parte del puerto estaba todo el mundo esperando la llegada de las estrellas: medio ayuntamiento, el comandante general... Nosotros desembarcamos en el antiguo muelle pesquero", el actual Poblado Marinero, entre redes y cañas de pescar. Tras la confusión que, suponemos, tuvo que ser importante en una época donde la telefonía móvil era ciencia ficción, Tortosa y Arrocet cumplieron con su actuación. A Rafael Pérez le quedó el agradecimiento eterno por parte de los promotores del evento, una invitación para ir a la fiesta, un recorte de prensa de la época y una fotografía que enseña con orgullo a los clientes de su volaera.

Los protagonistas, ya en Infanta Elena/ Dani Hernández
Los protagonistas, ya en Infanta Elena/ Dani Hernández

Cuando una traiña 'salvó' la inaguruación de Infanta Elena