martes. 15.10.2024

La feria es intoxicante, luces, colores, olores y sabores. De otro tipo de intoxicación… hablaremos en otro momento. Los ceutíes han llegado a estas Fiestas Patronales tan esperadas, después de 3 años sin poder disfrutarlas, con unas enormes ganas pero en un parpadeo han pasado tres días. Este martes hemos llegado al ecuador de la feria, tres días por detrás, tres días por delante. No puede esperar más una visita a los clásicos, algunas de las casetas más emblemáticas, más icónicas de la Feria y casualmente, de las más solidarias.

 

Esta noche hemos visitado Las Cañas, clásico entre los clásicos desde su fundación en el año 70 de la Casa de Estudios. Una caseta organizada por estudiantes, padres y voluntarios cuyo fin es recaudar fondos para permitir a estos jóvenes estudiar en la Universidad fuera de Ceuta.

“Este es un año atípico”, nos cuenta Ismael, el responsable de la caseta, puesto que solo hay 14 estudiantes cuando habitualmente son casi 30. Con la ayuda de padre y sobre todo madres, han podido sacar adelante la caseta y los resultados están a la vista: Lleno completo.

Según explica el joven, ha habido lleno toda la semana y la fórmula para ello es la de siempre: mucho esfuerzo y comida casera, comida elaborada por las madres. Ha costado retomar el trabajo tras dos años parados -las cosas se olvidan- pero se han recuperado a tiempo para que Las Cañas de la Casa de Estudios CE-70 siga siendo una de las que hay que visitar obligatoriamente.

Los Peregrinos tiene algún parecido con Las Cañas, aunque con una vertiente más religiosa. Todas las personas que trabajan aquí son voluntarios y el objetivo de todas estas personas -más de 50- es recaudar fondos para ayudar a jóvenes a realizar peregrinaciones que el Papa convoca a diferentes lugares cada poco tiempo.

También se parece a la de nuestra visita anterior en su fórmula: comida casera. Destacan, entre los platos más reclamados, sus famosas tortillas de camarones que venden tanto en el puesto frente a la caseta, como para consumo en las mesas. Los Peregrinos es otra de esas casetas con mucha solera, la que dan los años, y que supone otra cita ineludible para cualquiera que baje al recinto ferial.

Nuestra última visita de la noche se la hemos dedicado a San Urbano, otra caseta que recauda fondos, en esta ocasión para la Asociación de la Policía Local, con la que pueden realizar sus actividades como, por ejemplo, los regalos de juguetes en Navidad a niños en riesgo de exclusión.

De nuevo, no es una sorpresa, el secreto para que esté llena todas las noches es la buena comida. Sus responsables nos cuentan que supone un esfuerzo enorme trabajar en la Feria pero que luego tiene su recompensa.

 

Y poder sentarse a comer en alguna de estas casetas es también una recompensa, puesto que, llegado este ecuador de la feria, los caballas siguen con ganas de fiesta y acceder a una estas clásicas casetas es un ejercicio de paciencia o de suerte. Señal de que merecen la pena, pero no se fíen solo de lo que decimos y vengan a probarlas.

Las casetas más clásicas de la Feria, posiblemente también las más solidarias