martes. 21.05.2024

La mili dejó en Ceuta a gente afincada para los restos, a gente que no quería ver la Ciudad Autónoma ni en el mapa, dejó a gente que le cuenta a los nietos que un año estuvo ahí y también a gente que regresó a sus lugares de origen sintiendo que en aquel trozo de España al otro lado del Estrecho había dejado algo más que un uniforme, algún amigo y -quizá- algún amorío. Impagable, en este último apartado, la anécdota de una señora que dijo a los militantes de un partido en campaña electoral que no hacía falta que le dieran más infomación: su candidato era el doble de un soldado del que se había enamorado tremendamente en sus años mozos, y con eso le bastaba para votarles.

Como a tantos y tantos, a aquel joven sevillano le tocó hacer la 'mili' en un sitio que no conocía. Eso no suponía, solo, separarse un a a tiempo de familias, parejas o amigos; también equivalía a dejar aparcados otros aspectos formativos, laborales o vocacionales. En este caso, era la Semana Santa sevillana, y todo lo concerniente a la rica vida interna de las hermandades hispalenses.
Pero aquel soldado que pasó por primera vez una Semana Santa alejado de Sevilla recibió el destino en Ceuta. Y ahí había otro sevillano, Josechu Nieto -ex hermano mayor de Las Penas- que tenía referencias de el. Y lo integró en las peculiaridades de la Semana Mayor y del mundo cofrade de nuestra ciudad: no solo la cofradía agustiniana, sino también una imagen que le cautivó para siempre: la de una virgen que otros soldados, en este caso portugueses, portaron a hombros siglos antes,

Martín, durante un momento del acto/ Dani Hernández
Martín, durante un momento del acto/ Dani Hernández

Uno de estos últimos, de estos soldados que llegaron muertos de miedo para irse convertidos en pequeños embajadores de Ceuta, ha regresado hoy a la Ciudad. A la Iglesia donde reposa esa Virgen de la que es hermano: la Virgen de África. Y lo ha hecho para recibir uno doe los honores más grandes que pueda recibir cofrade alguno en nuestra ciudad: las guardas del Pregón. Aquel 'soldado Juan' del que hablaba Josechu Nieto es hoy el pregonero Juan José Martín.

Bollit entrega las guardas del pregón / Dani Hernández
Bollit entrega las guardas del pregón / Dani Hernández

El acto ha sido sencillo: Juan Jesús Bollit, recuperado de alguna contingencia sanitaria, le ha entregado las guardas, admitió conocer de oidas la historia del 'soldado Juan'  y le ha elogiado por la valentía de dar el pregón sin ser residente en Ceuta, de "enfrentarse a este miura". El cofrade sevillano, vinculado a la Hermandad de Santa  Marta: "Miuras a mi. Estaré a la altura", promete mientras espera que "si no tengo el aplauso, al menos el cariño, con la protección de ella", dice señalando a la Virgen de África. Cuarenta años después, el soldado Juan sigue impresionado por esa piedad de origen desconocido y traída a Ceuta por los militares portugueses.

El regreso a Ceuta del soldado Juan