Aquello de que la casta marca al galgo es perfectamente aplicable en el caso de los Jimenez Lorda. Su padre, Carlos, sueña con abrir un Museo del Horror en el local en el que trabaja desde hace años como tatuador. Si van a ponerse en sus manos, sepan que van a estar tatuándose delante de las mismas caras originales que emplearon estudios hollywoodienses para los trabajos de maquillaje de Schwarzenegger o Bela Lugosi, que en gloria de Drácula esté.
Eso ocurre con Carlos Senior. Pero es que Carlos Junior no va a la zaga al padre, en un campo que ha proporcionado pingües beneficios a la industria del cine. Desde hace unos años, la mayor recaudación de las productoras no está solo en las entradas o copias de dvd en edición extendida, sino en el merchandising: camisetas, llaveros, dibujos... y muñecos.
En el origen de este fenómeno friki o coleccionista (ustedes ya abren el debate sobre donde empieza uno y acaba el otro), hay que mirar con atención a un hombre: Steven Spielberg. Aquel joven con barba y gafas que comenzó dirigiendo capitulos de series de televisión (el primero de la mítica Colombo, por ejemplo, lleva su firma) fue también de los primeros en darse cuenta que el aficionado a las películas también podía encontrar en estas un motivo para decorar su hogar. No era solo que Chistopher Reeve fuera el mejor Superman; es que la figura de aquel actor quedaba bastante chula en la bilbioteca o en la habitación de cualquier salón. "Los niños que coleccionaban esos muñecos, del último hijo de Krypton, de Darth Vader o de E.T. son hoy padres o abuelos. La cosa traspasa generaciones y sube de nivel.
¿Y que tiene que ver Steven Spielberg con la familia Lorda?. Muy sencillo: Carlos Jiménez, a sus veintipocos años, es el autor de una de figuras exclusivas que van a salir a la venta en próximas fechas. Uno de los dinosaurios de Jurassic World, trilogía que tantas vocaciones paleontológicas ha despertado en las últimas tres décadas, lleva su firma. Trescientos cincuenta ejemplares en todo el mundo. Hechas en Zurrón, con vistas al arroyo Paneque y el recuerdo de aquel cine de verano que fue el Terramar siempre aflorando en las conversaciones al verse el solar en la distancia.
No crean que Lorda Jr. vive solo de as figuritas: es subcampeón mundial de tatuadores. "Fue en Estepona, antes de la pandemia.Estuve doce horas, diez en un día y dos en otro, para tatuar una figura en una pierna. Gente del jurado me admitió que el primer premio debiera haber sido mío, pero también de mi hermano, lo cual hubiera sido un enorme cantazo", señala entre risas. Aquello "me dejó bastante perjudicado, en hombros, cervicales y cuello. Claro que el hombre que se lo tatuó acabó igual o más cansado". Por cierto: era un personaje de la serie 'Vikingos'.
"Ahora he vuelto al tatuaje, tras unos años con el mundo de las figuras". Pongamos una hipótesis. "¿Y si un día te suena el teléfono y alguien, en inglés te dice 'Hola, soy Steven'?", le preguntamos. "Sería flipante. No se hablar inglés, pero tardaría treinta segundos en encontrar la manera de comunicarme con el", afirma.
