jueves. 02.05.2024
HISTORIA- ASESINATOS QUE MARCARON NUESTRO TIEMPO- X y ULTIMA ENTREGA

Una lluvia violenta y salvaje

La muerte es posiblemente el acto más democrático que existe, pues todos estamos llamados a ella. Sin embargo, ha habido fallecimientos a lo largo de la historia que han alterado el curso de la misma. Desde jefes de Estado a humildes panaderos, Ceuta Televisión les ofrece algunas de las muertes más influyentes de las últimas décadas. Asesinatos que cambiaron el mundo

España durmió, como pudo, aquellas noches. En el caso de que se consiguiera dormir. Un rezo por aquí, una taza de café por otro lado, un paquete de pilas siempre junto al transistor, una televisión permanentemente encendida. Una lágrima, una esperanza, una maldición. En la mayor parte de los hogares españoles. En Valencia, un hombre pendiente de las noticias tenía a mano una guitarra, esa que toca magníficamente para deleite de sus seguidores desde hace años. Y las musas, como pedía Picasso, sorprendieron despierto a Carlos Goñi que parió uno de sus temas quizá menos conocidos pero más emotivos. Una lluvia violenta y salvaje. " Y a las cuatro cayeron dos rayos,  segando de cuajo otro árbol más".

 

Pasaban 50 minutos de las cuatro de la tarde del 12 de julio de 1997 cuando, con la sangre fría propia de los asesinos sin escrúpulo, Francisco Javier García Gaztelu "Txapote" apretaba el gatillo, instantes después de que que José Luis Geresta Mújika "Oker", atara de las manos y obligase a ponerse de rodillas a un joven de treinta años. Su cuerpo quedó tirado en un campo, en mitad de ninguna parte, hasta que un par de hombres que paseaban a sus perros se lo encontraron. Aún en vida, pero en tránsito irrefrenable hacia la muerte. Se llamaba Miguel Ángel Blanco Garrido.

 

Un joven con una vida tan normal y rutinaria como la de cualquiera de su generación. Con una novia, con un grupo de rock en el que tocaba su batería, con un trabajo como contable, con un tren de cercanías que le llevaba cada día a la oficina. Pero con un pecado capital a ojos de ETA: ser concejal del Partido Popular en un anónimo pueblo, Ermua.

 

Miguel Ángel Blanco no fue el único ni último muerto de ETA. Y el sadismo con el que la banda asesina se empleó contra el tampoco era nuevo; años antes, el ingeniero José María Ryan había aparecido muerto en circunstancias parecidas.

 

Pero su asesinato fue un detonante en una rebelión cívica casi sin precedentes en España. Y en el País Vasco. Varias sedes de Batasuna -brazo político de la banda terrorista- son cercadas por manifestantes. Y algunos personajes que en el mejor de los casos habían mantenido una cierta equidistancia se vieron obligados a posicionarse, siquiera por conveniencia. Y en esto, el arriba firmante quiere dejar claro que rompe voluntariamente la regla de separar información de opinión para referirse  a Xabier Arzalluz. Hubo muchas más lágrimas: concejales, agentes de la Guardia Civil o Policía Nacional, cocineros... Hasta que ETA puso voluntariamente fin a su actividad en 2011. La presión policial y judicial, determinante. Pero en aquel verano, ETA perdió también el amparo del silencio en la calle. Un amparo que parece volver a relucir en los últimos meses, con un relato  y un "mirar hacia otro lado" en homenajes a asesinos muy lejano de aquel "Espíritu de Ermua". Tal vez, en generaciones posteriores, pregunten que ocurrió la noche en que a Carlos Goñi le llegó la inspiración de golpe. La tarde, casi a las cinco como en el llanto por Ignacio Sánchez Mejías, en que dos disparos helaron el corazón de un país. Algunos, volviendo a quebrantar el mandamiento no escrito, nos compromentemos a contarlo. Sin edulcorantes...

 

 

 

 

 

 

Una lluvia violenta y salvaje