Llevo un tiempo observando la actitud de quienes durante todos estos años que han estado gobernando se han recreado con la herencia de Zapatero, culpándole de todas las medidas restrictivas que tenían que emprender y mintiendo en determinados aspectos que acabaron calando en la gente que se suele conformar con los dogmas de fe. El mantra del miedo es lo que ha acompañado siempre a la derecha, una derecha dispuesta a mentir sobre la izquierda, y que yo sepa ni queremos romper España, ni nos hemos alienado con ETA, ni hemos provocado un efecto llamada. Si algo nos ha caracterizado siempre ha sido el diálogo, la actitud de Estado y la lealtad, tanto cuando hemos estado en la oposición como cuando hemos ocupado la Moncloa. Y ahora nada es distinto, pero no voy a detallar que fue Aznar quien acercó a los presos de ETA, ni voy a recordar la mentira sobre el atentado de Atocha, ni voy valorar el papel tan magnifico que tuvo Rubalcaba como Ministro del Interior, ni nuestra mano con el 155 cuando Rajoy nos necesitó para la crisis de Cataluña. Mucho menos voy a incidir en la política de inmigración del Partido Popular. Y no lo voy a hacer porque las personas están cansadas del tú más, agotadas de los cruces de palabras y las promesas incumplidas.