viernes. 17.05.2024

¿Cuántas veces no habremos escuchado los ceutíes aquello de que esta es una ciudad a la que los peninsulares llegan y se van con lágrimas en los ojos?. El destino forzoso, en muchas ocasiones, a una ciudad desconocida, pero que luego atrapa y seduce en muchos casos hasta el punto de hacer sentir al foráneo como en casa. Aquello de "cuantos a tus playas llegan, encuentran aquí su hogar", que dice el himno de la ciudad.

Desconocemos si habría muchas lágrimas o ninguna en una familia llegada a Ceuta hace algo más de un siglo.El caso es que aquellos Font, proceedentes de Cataluña y a los que la profesión militar del padre les llevó hasta la hoy Ciudad Autónoma, estuvieron unos cuantos años en estos pagos. El suficiente para que naciera, y se fuera con tres años, el benjamín de la familia: Fernando.

Fernando Font marchó a aquella Cataluña de sus ancestros, y sus padres decidieron que estudiara en uno de los colegios más prestigiosos de la Ciudad Condal: los Escolapios. Ahí, el profesor de Historia Universal les enseñó un extraño juego inventado unos años antes en Norteamérica, consistente en meter cuantas más veces mejor una pelota en un cesto situado a una determinada altura.  El padre Eusebio Millán estaba, sin saberlo, sembrando la semilla del baloncesto en España.

Nuestro paisano se enganchó al deporte de la canasta. Al punto de que en aquellas prrimeras competiciones regionales sobre cemento y al aire libre, generalmente en patio de colegio -algo impensable hoy en día- destacó en varios conjuntos. El Orillo Verde de Sabadell, o la sección de un Fútbol Club Barcelona que quería expandirse más allá del balompié cuya mecha había encendido años antes el suizo Hans Gamper. Del Barça fue figura principal en sus últimos tres años como jugador.

Durante los siguientes doce, Font se sentó en el banquillo del Barça, pero también compaginándolo con la Selección Nacional. Fue el el entrenador de la primera España que acudía con cierta regularidad a eventos internacionales (lo de las medallas vendría después). Font representa a España en los Juegos del Mediterráneo de 1951 en Alejandlría y 1955 en Barcelona. Trelinta y siete años antes de que Antonio Rebollo encendiera el fuego olímpico en Montjuich con aquel inolvidable lanzamiento de flecha, un ceutí desfilaba por el estadio que este año usará el FC Barcelona como local mientras se remodela un recinto que, entonces, estaba en construcción: el Camp Nou. Lo hace como entrenador, y logra la Medalla de Oro en aquellos Juegos, en lo que fue el único oro del combinado nacional en 42 años, hasta los Juegos del Mediterráneo de 1997. Ahora hablaremos de uno de sus convocados...

Y España logra, por fin, clasificarse para unos Juegos Olímpicos. Los de Roma 60. Font se echa a un lado, y comparte galones con Fernando Kucharsky. Pero ahí queda su gesta. Curiosamente, en la década de los 60 hubo tres Juegos, y  los tres con participación ceutí: Font en 1960, el  nadador Antonio Pérez Cospedal en Tokio 64 y el futbolista Francisco Espíldora -un caso muy parecido al de Font-  en México 68.

Practicamente, fue su último trabajo como entrenador. Tres años después de Roma, aquel pivot con gafas al que Font había convocado para Barcelona 55 se puso al frente de la Selección Nacional. Comenzaban los casi treinta años de Antonio Díaz-Miguel en el combinado nacional. Font murió en 2002, en la Ciudad Condal, siendo recordado como el primer gran jugador de la historia de España

El ceutí que fue antecesor de Sergio Scariolo