jueves. 16.05.2024

En 1998, una esquela fue publicada en el diario El País. Informaba de la muerte, a los 63 años de edad, de Francisco Paesa. Su familia pedía se rezara por su alma, y había ocasión para ello, puesto que hasta treinta misas gregorianas fueron encargadas para orar por su eterno descanso. En 2023, en el distrito parisino de Colombes se certificaba la muerte de un hombre de 87 años de edad, confirmada por su única hija, Sylvie. Su nombre: Francisco Paesa. 

Ahora parece que si es la muerte definitiva de Paesa. No obstante, lo ha vuelto a hacer: el fallecimiento ocurrió en mayo y su óbito se ha conocido en las últimas horas. Pero ¿de quien hablamos?. De un personajazo en todo el sentido de la palabra, uno de esos hombres por los que la historia siente una especial predilección. Un mal socio para cualquier tipo de negocio y un hombre capaz de engañar a ETA, Luis Roldán o la mafia rusa. Claro que en el caso de Paesa, solo el sabrá cuanto hay de verdad y cuanto de leyenda en su dilatada trayectoria.

Nacido en Madrid un par de meses antes del estallido de la Guerra Civil, ya apuntaba maneras desde joven: quiso ser ingeniero agrónomo, pero acabó enrolado en un negocio de helados en la costa valenciana que acabó fracasando. Ese año contrae matrimonio con la francesa Francoise Dubois, a la que no ofreció un matrimonio sólido y estable. Al contrario: acabaría la década junto montando una especie de Banco Central de Guinea Ecuatorial junto al dictador Francisco Macías, proyecto en el que dejó uno de sus grandes rasgos de identidad: coger la pasta y darse el piro. Concretamente, a Ginebra, iniciando una relación con Danielle Sulli. Una millonaria hasta que conoció a Paesa; una arruinada después de que este la dejara para casarse con Dewi Sukamo. Viuda del presidente indonesio y, por supuesto, multimillonaria. Sería ella quien pagase, años después, la fianza de 20.000 francos suizos para sacarle de la cárcel por quebrantar -tiene su mérito- las leyes bancarias de la Confederación Helvética.

Paesa no pierde el tiempo. Mujeres, finanzas... y contactos con los servicios de espionaje. A mediados de los ochenta, en una operación conjunta con el CESID -actual CNI- se hizo pasar por un traficante de armas, colocándole a ETA un par de misiles tierra-aire con los que atentar contra alguna personalidad. Por supuesto, con trampa: los cacharritos de Paesa tenían puesto un localizador que permitió a la Guardia Civil entrar, por primera vez, en un zulo de la banda terrorista. Armas y documentación incautadas, de un gran valor para la lucha contraterrorista. Un juez jiennense llegado a Madrid pocos años antes, Baltasar Garzón, le imputa por colaboración con banda armada... y estafa.

De aquellas, el presidente era Felipe González, que había decidido desmilitarizar algunos cargos. Delegaciones del Gobierno o direcciones generales de la Policía y la Guardia Civil. Luis Roldán Ibáñez, que se presentaba como ingeniero y economista sin haber acabado el Bachillerato, fue primero delegado del Gobierno en Navarra y posteriormente director general de la Guardia Civil. De este personaje, fallecido hace un año, sabemos bastante más. Por ejemplo, que compartía con Paesa su afición por el trinque. Las investigaciones periodísticas sobre su patrimonio, y su posterior huida monopolizaron prácticamente todas las conversaciones de una España que dejaba atrás los fastos del 92 y descubría horrorizada porque era tan fácil hacerse rico en nuestro país. A Roldán le situaron en prácticamente todos los lugares del mundo -Ceuta, por supuesto, entre ellos, como a las Niñas de Alcasser u Osama Bin Laden: así somos- antes de ser detenido en Laos. Una detención poco  clara, en la que el ex director general traía consigo unos papeles en los que se comprometía a su entrega si se le juzgaba solo por cohecho y malversación. ¿El hombre clave en la entrega?. Efectivamente: Francisco Paesa, que también custodió los fondos de su amigo. Por supuesto, ni un Roldán que clamaba en sus últimos años por su situación de indigencia ni el fisco español volvieron a ver un duro. Paesa, que desde entonces y hasta ahora circulaba con un pasaporte argentino a nombre de Francisco Pando y ha tenido tiempo para engañar a la mafia rusa o a unos mercenarios que pergeñaban un golpe de Estado contra Teodoro Obiang, simuló su muerte en Indonesia y encargó treinta misas gregorianas...

Hoy hemos conocido que 'El hombre de las mil caras', como el título de la película que inspiró su vida y en la que fue interpretado por Eduard Fernández,  murió el 3 de mayo, a los 87 años. Parece creíble. Pero, tratándose de Paesa...

Ahora (parece) si: muere Francisco Paesa