domingo. 05.05.2024

El mundo se disponía a disfrutar de la que sería una de las finales más impresionantes y emocionantes jamás vistas en la Copa Mundial de Fútbol. Aquella en la que Francia y Argentina llegaban hasta los penaltis tras un vibrante encuentro que culminaria con Lionel Messi levantando la primera copa mundial para los sudamericanos en 36 años. El partido se seguía en todos los confines y continentes. Pero alguien no lo hacía.

En Loma Colmenar, a la misma hora en que los Mbappé o Di María se batían por lograr el entorchado mundialista, alguien divisaba a su presa. Un niño de ocho años, que desaparece minutos después de que Argentina se funda en un abrazo. Nada se vuelve a saber de el hasta que su cadáver, con signos de violencia, es encontrado horas después en el barranco que rodeaba su casa. Se llamaba Mohamed y su muerte conmociona a Ceuta.

A Ceuta y a España entera. Casi al momento, los medios de comunicación nacionales empiezan a desplazar enviados especiales. Que, a pesar de que el juez decreta el secreto de sumario, en muchos casos empiezan a construir teorías que vinculan el secuestro, desaparición y muerte del menor con un ajuste de cuentas por narcotráfico, o dan por hecho que el presunto autor de los hechos ha cruzado la frontera hacia Marruecos temiendo una venganza familiar. Se habla incluso de un primer detenido que, en efecto, lo hubo. Lo contamos un año después: un habitual de la Policía Nacional por temas de menudeo de hachís a pequeña escala. El hombre se mostró tan colaborativo que, incluso, ofreció quedarse desnudo para que se le analizara el ADN hasta de su ropa interior. Un extremo innecesario. "Me dedico a esto, pero no tocaría jamás a un niño", llega a asegurar, según nuestras fuentes.

En medio de una sensación generalizada de tristeza, rabia e indignación, el niño recibe sepultura en Sidi Embarek. El título de aquella mítica película de Narciso Ibáñez Serrador, '¿Quien puede matar a un niño?', ronda en la mente de los presentes. Mientras, la Policía sigue haciendo su trabajo. Y días después, dan con un detenido: un vecino de la Avenida Capitán Claudio Vázquez, situada frente al lugar de los hechos, que confiesa su autoría. Nada de redes de narcotráfico, de ajustes de cuentas ni de demás primicias de algunos enviados y quedados especiales.

El asesino confeso sigue en prisión, a la espera de un juicio para el que no hay fecha. La familia del pequeño Mohamed, humilde pero sin problemas con la ley, destrozada. Y el recuerdo de cada 18 de diciembre seguirá siendo un recuerdo amargo durante generaciones en Ceuta. El día en que mientras los dioses del fútbol volaban alto, un niño de ocho años era asesinado a escasos metros de su domicilio.

Primer aniversario de un horror: la muerte de un niño inocente