miércoles. 08.05.2024

Si uno se encuentra a un grupo de jóvenes de 30 años a lo sumo con chándal, sudadera y botellines de agua un martes por la mañana, lo que menos se espera es que tenga delante a una auténtica Orquesta Sinfónica. "Algunos son jovencísimos, apenas veinte años, pero el sistema educativo alemán permite que tras concluir sus estudios de bachillerato se puedan dedicar un año a lo que quieran", explica Eduardo Hernández, el pianista ceutí, uno de los hombres en la 'sala de mandos' de esta orquesta.

El director es Edmon Levon. Que, en un descanso, pide sobre todo puntualidad.  A los que nos 'colamos', pero también a los músicos. "Los ensayos son cosa seria". ¿Vale, pues, el simil futbolístico, aquel de que se juega como se entrena?, le preguntamos. "Perfectamente. El concierto sale bien si se ensaya bien".

Y no es una plantilla fija, recordemos. "Algunos jóvenes si se conocían entre ellos; otros es la primera vez que viajan a Ceuta y coinciden con otros miembros de la CISO". Recordemos: un proyecto auspiciado por la Fundación Premio Convivencia y que básicamente permite que jóvenes músicos de todas partes del mundo celebren un par de convivencias con concierto final en Ceuta al año. Muy en esencia, muy resumidamente.

"De momento, les gusta la ciudad, a los que llegaron ayer", dice Levon. "Les encanta la comida, les gusta el trato dispensado y algunos han tenido una experiencia con el barco", sonríe. La CISO, señala "les une, les llama la atención". Es una experiencia.

Lo dicho: vienen desde todos puntos de Europa -las restricciones por la pandemia impiden, de momento, que vengan desde fuera del Viejo Continente-, pero también de confines cercanos. Es el caso del malagueño Daniel García de Castro, para el que esto es "una auténtica pasada. Vine en la convivencia de agosto, y desde entonces estoy deseando volver. Es una experiencia maravillosa: conoces gente de otros países, también hablas de técnicas y profesores... Una verdadera maravilla".

Así pues, la próxima vez que se encuentren a un grupo de veinteañeros en chándal por el Revellín, cuidado con pensar que es algo normal. Tal vez tengan -o hayamos tenido nosotros mismos- delante a algunos de los grandes intérpretes de música clásica de las próximas décadas.

 

 

Sin boato y con chándal: así ensaya una Orquesta sinfónica